Séfora
"Y aquel varón dio su hija Séfora por mujer a Moisés" (Exodo 2:21).
EXODO 2:15-22; 18:2-7
El primer matrimonio de Moisés fue muy desdichado. Su propia falta de fe fue la causa de ello. Recordemos cómo se puso a la defensa de un compatriota en Egipto, y pensaba con su sola fuerza liberar a los hebreos de mano de los egipcios. Sin duda, no tenía para este tiempo la menor idea de la forma milagrosa en que Jehová iba a usarle para guiar a su pueblo y sacarlo de servidumbre. Ante el fracaso, Moisés desilusionado tuvo que huir. Y llegó a Madián y a Jetró. Se hallaba disgustado en su corazón. Ahora, las perspectivas de poder liberar a los judíos tenían que parecerle sin esperanza. Pensaría que no tenía ya otra cosa que hacer que permanecer en una tierra extraña, oscura y desconocida.
En este estado de ánimo abatido y desanimado Moisés aceptó en matrimonio a Séfora, una mujer medianita. Podía haber esperado una esposa de su propio pueblo. Pero Moisés era débil de carácter en aquel entonces. Ni aún tenía el coraje y decisión del período de la zarza ardiente. Expresó su desilusión con el nombre que dio al hijo que le nació de Séfora, poco tiempo después: Gerson, que significa "forastero soy en tierra ajena". Puede muy bien ser por este desánimo y depresión que Séfora poco a poco pudo dominarle e interferir más y más en las sagradas tradiciones de Israel. Por lo menos, cuanto tuvo su segundo hijo, Eliezer, sabemos que a Moisés le faltó incluso el valor de insistir en que fuera circuncidado.
Es también verdad, sin embargo, que para este tiempo Moisés había desarrollado una fe más firme. Esto es evidente por el nombre, que significa "el Señor de mi padre fue mi ayuda". Pero como ocurre con frecuencia, la tendencia a cultivar los valores internos espirituales, se compensó con esta caída de la actividad productiva, y la energía. Moisés pecó gravemente: hizo una componenda con una mujer no creyente, y se abstuvo de aplicar su hijo la marca del Pacto de Dios. Séfora, al parecer triunfó. Moisés no iba a vencer a Madián, sino que Madián iba a subyugar a Moisés.
En este punto, sin embargo, intervino el Señor. En uno de sus frecuentes viajes por el país, Moisés estaba alojado con su familia en una posada de una ciudad extraña. Allí Dios causó que Moisés cayera gravemente enfermo. Séfora le ve postrado; las señales de la muerte aparecen en su rostro. La conciencia les acusa a los dos de que han profanado el Pacto de Dios. Séfora que no se encuentra bajo la influencia directa de la casa de su padre se encuentra perdida, no halla solución. En su desespero se siente obligada a ceder a los deseos de su esposo. Estando Moisés demasiado enfermo para hacerlo, ella misma circuncida a Eliezer con un pedernal afilado.
Séfora no lo hace porque se arrepienta o tenga el corazón quebrantado, porque haya sido vencida por el Señor. Es evidente, por el relato que lo hace sólo para salvar lavida de su esposo. Leemos en Exodo 4:25 que echó el prepucio a los pies de su esposo y dijo: "A la verdad tú me eres un esposo de sangre. Por poco te pierdo por la muerte; ahora estás convaleciente.
Yo te he arrancado de las garras de la muerte. Eres mi esposo por segunda vez, y esta vez por medio de la sangre de mi hijo." Sin duda, éste es un lenguaje jactancioso, de amargura, no de un corazón contrito. Y no sirvió esto para restaurar las relaciones entre los dos.
Leemos que al final ella y sus dos hijos regresaron a Madián y que Moisés se dirigió a Egipto solo.
Es verdad que más tarde Jetró le devolvió la esposa y los hijos (Exodo 18). Es también verdad que Moisés, que había pasado a ser el líder de Israel, ni repudió ni rechazó a la mujer con la que se había casado en un acto poco juicioso. Para él el matrimonio era una unión demasiado sagrada. Después de esto, sin embargo, ya no se nos habla más de Séfora ni de sus hijos. Ninguno de ellos recibió una legación de riquezas espirituales. Sus personas pasan sin comentario en la historia del pueblo judío.
María, la hermana de Moisés, también había caído en pecado. Pero ésta ha retenido su valor para nosotros como representante de la fe. Séfora carece de este atractivo. Las Escrituras nos la presentan como una mujer no salva, que se opuso a su marido, y por ello rebajó el nivel de la familia al lugar en que ella estaba.
"Y aquel varón dio su hija Séfora por mujer a Moisés" (Exodo 2:21).
EXODO 2:15-22; 18:2-7
El primer matrimonio de Moisés fue muy desdichado. Su propia falta de fe fue la causa de ello. Recordemos cómo se puso a la defensa de un compatriota en Egipto, y pensaba con su sola fuerza liberar a los hebreos de mano de los egipcios. Sin duda, no tenía para este tiempo la menor idea de la forma milagrosa en que Jehová iba a usarle para guiar a su pueblo y sacarlo de servidumbre. Ante el fracaso, Moisés desilusionado tuvo que huir. Y llegó a Madián y a Jetró. Se hallaba disgustado en su corazón. Ahora, las perspectivas de poder liberar a los judíos tenían que parecerle sin esperanza. Pensaría que no tenía ya otra cosa que hacer que permanecer en una tierra extraña, oscura y desconocida.
En este estado de ánimo abatido y desanimado Moisés aceptó en matrimonio a Séfora, una mujer medianita. Podía haber esperado una esposa de su propio pueblo. Pero Moisés era débil de carácter en aquel entonces. Ni aún tenía el coraje y decisión del período de la zarza ardiente. Expresó su desilusión con el nombre que dio al hijo que le nació de Séfora, poco tiempo después: Gerson, que significa "forastero soy en tierra ajena". Puede muy bien ser por este desánimo y depresión que Séfora poco a poco pudo dominarle e interferir más y más en las sagradas tradiciones de Israel. Por lo menos, cuanto tuvo su segundo hijo, Eliezer, sabemos que a Moisés le faltó incluso el valor de insistir en que fuera circuncidado.
Es también verdad, sin embargo, que para este tiempo Moisés había desarrollado una fe más firme. Esto es evidente por el nombre, que significa "el Señor de mi padre fue mi ayuda". Pero como ocurre con frecuencia, la tendencia a cultivar los valores internos espirituales, se compensó con esta caída de la actividad productiva, y la energía. Moisés pecó gravemente: hizo una componenda con una mujer no creyente, y se abstuvo de aplicar su hijo la marca del Pacto de Dios. Séfora, al parecer triunfó. Moisés no iba a vencer a Madián, sino que Madián iba a subyugar a Moisés.
En este punto, sin embargo, intervino el Señor. En uno de sus frecuentes viajes por el país, Moisés estaba alojado con su familia en una posada de una ciudad extraña. Allí Dios causó que Moisés cayera gravemente enfermo. Séfora le ve postrado; las señales de la muerte aparecen en su rostro. La conciencia les acusa a los dos de que han profanado el Pacto de Dios. Séfora que no se encuentra bajo la influencia directa de la casa de su padre se encuentra perdida, no halla solución. En su desespero se siente obligada a ceder a los deseos de su esposo. Estando Moisés demasiado enfermo para hacerlo, ella misma circuncida a Eliezer con un pedernal afilado.
Séfora no lo hace porque se arrepienta o tenga el corazón quebrantado, porque haya sido vencida por el Señor. Es evidente, por el relato que lo hace sólo para salvar lavida de su esposo. Leemos en Exodo 4:25 que echó el prepucio a los pies de su esposo y dijo: "A la verdad tú me eres un esposo de sangre. Por poco te pierdo por la muerte; ahora estás convaleciente.
Yo te he arrancado de las garras de la muerte. Eres mi esposo por segunda vez, y esta vez por medio de la sangre de mi hijo." Sin duda, éste es un lenguaje jactancioso, de amargura, no de un corazón contrito. Y no sirvió esto para restaurar las relaciones entre los dos.
Leemos que al final ella y sus dos hijos regresaron a Madián y que Moisés se dirigió a Egipto solo.
Es verdad que más tarde Jetró le devolvió la esposa y los hijos (Exodo 18). Es también verdad que Moisés, que había pasado a ser el líder de Israel, ni repudió ni rechazó a la mujer con la que se había casado en un acto poco juicioso. Para él el matrimonio era una unión demasiado sagrada. Después de esto, sin embargo, ya no se nos habla más de Séfora ni de sus hijos. Ninguno de ellos recibió una legación de riquezas espirituales. Sus personas pasan sin comentario en la historia del pueblo judío.
María, la hermana de Moisés, también había caído en pecado. Pero ésta ha retenido su valor para nosotros como representante de la fe. Séfora carece de este atractivo. Las Escrituras nos la presentan como una mujer no salva, que se opuso a su marido, y por ello rebajó el nivel de la familia al lugar en que ella estaba.