El rey David nació en Belén en el año 1010 antes de Cristo. Aunque era hijo de un pastor, desde joven ganó fama por sus dotes musicales y por su valentía que alcanzaría una trascendencia histórica, tras derrotar al gigante filisteo Goliat. De esta historia nació una leyenda que correría de boca en boca y a través de la literatura a lo largo de los siglos, hasta la actualidad. La victoria de David frente a Goliat se convirtió en símbolo de coraje y de fortaleza de espíritu, que le valieron el beneplácito del rey Saúl, quien pronto lo llamó a su servicio.
En el palacio real, David se enamoró de Mikal, la hija de Saúl que consintió en el matrimonio. Poco después se arrepentiría pues llegó a temer que David le quitara su trono. Poco después de la boda con Mikali, David fue expulsado de la corte, por su suegro, el rey de Israel.
Durante los años de exilio David lideró una banda armada que cobraba tributos a los terratenientes de Judá. Conoció al rey filisteo Aki de Gat quien lo acogió entre sus hombres de mayor confianza y lo nombró gobernador de una de sus ciudades: Siquelag. Al morir el rey Saúl, en una batalla contra los filisteos en la que también murieron tres de sus cuatro hijos, decide regresar a Belén, donde fue coronado rey de Judá en Hebrón. Ejerció su mandato allí durante siete años hasta que fue investido también rey de Israel.
Ya como rey David, venció en innumerables batallas a los Adomitas, Idumeos, Arameos, Filisteos y Moamitas, extendiendo así las fronteras de Israel y fortaleciendo su independencia cada vez más. Israel llegó a ocupar gran parte de los actuales territorios de Siria, el Líbano, Jordania y Egipto.
Su batalla mas sonada fue en la que conquistara la posición de Sión. Una colina fortificada que se convertiría en el centro de la Ciudad de David, sobrenombre que también se le daba a Jerusalén.
Fue en el Monte de Sión donde David expusiera el Arca de la Alianza. Este acontecimiento y la seguridad de la colina, haría del lugar el centro político y cultural de los antiguos hebreos.
David tuvo muchos problemas para entenderse con sus hijos, cuando incluso uno de ellos murió en una revuelta organizada para derrocar a su padre. Sin embargo fuera del ámbito personal David debió su prestigio sobre todo a su valentía en la batalla, su liderato indiscutible y su devoción religiosa. Los profetas de su pueblo llegaron a considerarlo como un Mesías o el padre de este. Tanto en el Antiguo como en el nuevo testamento, se habla del Mesías como el Hijo de David, un hombre que se hizo a sí mismo un monarca, viniendo de una modesta familia.
En el palacio real, David se enamoró de Mikal, la hija de Saúl que consintió en el matrimonio. Poco después se arrepentiría pues llegó a temer que David le quitara su trono. Poco después de la boda con Mikali, David fue expulsado de la corte, por su suegro, el rey de Israel.
Durante los años de exilio David lideró una banda armada que cobraba tributos a los terratenientes de Judá. Conoció al rey filisteo Aki de Gat quien lo acogió entre sus hombres de mayor confianza y lo nombró gobernador de una de sus ciudades: Siquelag. Al morir el rey Saúl, en una batalla contra los filisteos en la que también murieron tres de sus cuatro hijos, decide regresar a Belén, donde fue coronado rey de Judá en Hebrón. Ejerció su mandato allí durante siete años hasta que fue investido también rey de Israel.
Ya como rey David, venció en innumerables batallas a los Adomitas, Idumeos, Arameos, Filisteos y Moamitas, extendiendo así las fronteras de Israel y fortaleciendo su independencia cada vez más. Israel llegó a ocupar gran parte de los actuales territorios de Siria, el Líbano, Jordania y Egipto.
Su batalla mas sonada fue en la que conquistara la posición de Sión. Una colina fortificada que se convertiría en el centro de la Ciudad de David, sobrenombre que también se le daba a Jerusalén.
Fue en el Monte de Sión donde David expusiera el Arca de la Alianza. Este acontecimiento y la seguridad de la colina, haría del lugar el centro político y cultural de los antiguos hebreos.
David tuvo muchos problemas para entenderse con sus hijos, cuando incluso uno de ellos murió en una revuelta organizada para derrocar a su padre. Sin embargo fuera del ámbito personal David debió su prestigio sobre todo a su valentía en la batalla, su liderato indiscutible y su devoción religiosa. Los profetas de su pueblo llegaron a considerarlo como un Mesías o el padre de este. Tanto en el Antiguo como en el nuevo testamento, se habla del Mesías como el Hijo de David, un hombre que se hizo a sí mismo un monarca, viniendo de una modesta familia.
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