Esteban (Apostol martir)

jueves, 21 de enero de 2010

Esteban era de origen judío. Su nombre significa: "coronado" (Esteb: corona) Dio honra a su nombre coronando su vida con el martirio.

Se le llama "protomartir" porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Se desconoce por completo su conversión al cristianismo. La S. Biblia se refiere a él por primera vez en los Hechos de los Apóstoles. Narra que en Jerusalén hubo una protesta de las viudas helenistas (de origen griego).

Las viudas decían que, en la distribución de la ayuda diaria, se les daba mas preferencia a los que eran de Israel, que a los pobres del extranjero. Cuando esa comunidad creció, los apóstoles, para no dejar su labor de predicar, confiaron el servicio de los pobres a siete ministros de la caridad llamados diáconos (que significa "ayudante", "servidor", grado inmediatamente inferior al sacerdote). Estos fueron elegidos por voto popular, por ser hombres de buena conducta, llenos del Espíritu Santo y de reconocida prudencia. Los elegidos fueron Esteban, Nicanor y otros. Esteban además de ser administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia. La palabra del Señor se difundió y el número de discípulos se multiplicó extraordinariamente en Jerusalén; también un gran número de sacerdotes se sometieron a la fe.

Esteban hablaba de Jesucristo con un espíritu tan sabio que ganaba los corazones y los enemigos de la fe no podían hacerle frente. Al ver los ancianos la influencia que ejercía sobre el pueblo, lo llevaron ante el Tribunal Supremo de la nación llamado Sanedrín y, recurriendo a testigos falsos que lo acusaron de blasfemia contra Moisés y contra Dios. Estos afirmaron que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes, puesto que Jesús de Nazaret las había sustituido por otras. Todos los del tribunal, al observarlo, vieron que su rostro brillaba como el de un ángel. Por esa razón, lo dejaron hablar, y Esteban pronunció un poderoso discurso recordando la historia de Israel.


Contenido del discurso de Esteban: (Hechos 7, 2-53)
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Demostró que Abraham, el padre y fundador de su nación, había dado testimonio y recibido los mayores favores de Dios en tierra extranjera; que a Moisés se le mandó hacer un tabernáculo, pero se le vaticinó también una nueva ley y el advenimiento de un Mesías; que Salomón construyó el templo, pero nunca imaginó que Dios quedase encerrado en casas hechas por manos de hombres. Afirmó que tanto el Templo como las leyes de Moisés eran temporales y transitorias y debían ceder el lugar a otras instituciones mejores, establecidas por Dios mismo al enviar al mundo al Mesías.

Demostró no haber blasfemado contra Dios, ni contra Moisés, ni contra la ley o el templo; que Dios se revela también fuera del Templo. Confrontó a sus acusadores con estas palabras: (Hch 7, 51-54)

¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros! ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de aquel a quien vosotros ahora habéis traicionado y asesinado; vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles y no la habéis guardado.

La reacción de Esteban y sus enemigos pone en relieve que se trata de una batalla espiritual, cada bando con sus características propias: Dios y el demonio (54-60)

Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia y rechinaban sus dientes contra él. Pero él (Esteban), lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios; y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios.» Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él; le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.

La violencia contra Esteban se propagó contra toda la Iglesia (Hch 8,1-3)
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Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.

Las circunstancias del martirio indican que la lapidación de San Esteban no fue un acto de violencia de la multitud sino una ejecución judicial. De entre los que estaban presentes consintiendo su muerte, uno, llamado Saulo, el futuro Apóstol de los Gentiles, supo aprovechar la semilla de sangre que sembró aquel primer mártir de Cristo.

Los restos de Esteban fueron encontrados por el sacerdote Luciano en Gamala de Palestina, en diciembre del año 415. El hallazgo suscitó gran conmoción en el mundo cristiano. Las reliquias se distribuyeron por todo el mundo, lo cual contribuyó a propagar el culto de San Esteban, obrando Dios numerosos milagros por la intercesión del protomartir.

El lugar del martirio de Esteban, en Jerusalén, se sitúa tradicionalmente algo más afuera de la Puerta de Damasco, en el norte, donde ahora se encuentra precisamente la iglesia de Saint- Étienne, junto a la conocida «École Biblique» de los dominicos. Al asesinato de Esteban, primer mártir de Cristo, le siguió una persecución local contra los discípulos de Jesús (Hechos 8, 1), la primera que se verificó en la historia de la Iglesia. Constituyó la oportunidad concreta que llevó al grupo de cristianos hebreo-helenistas a huir de Jerusalén y a dispersarse.

Expulsados de Jerusalén, se transformaron en misioneros itinerantes. «Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra» (Hechos 8, 4). La persecución y la consiguiente dispersión se convierten en misión. El Evangelio se propagó de este modo en Samaria, en Fenicia, y e Siria, hasta llegar a la gran ciudad de Antioquía, donde, según Lucas, fue anunciado por primera vez también a los paganos (Hechos 11, 19-20) y donde resonó por primera vez el nombre de «cristianos» (Hechos 11,26).

En particular, Lucas especifica que los que lapidaron a Esteban «pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo» (Hechos 7, 58), el mismo que de perseguidor se convertiría en apóstol insigne del Evangelio. Esto significa que el joven Saulo tenía que haber escuchado la predicación de Esteban, y conocer los contenidos principales. Y San Pablo se encontraba con probabilidad entre quienes, siguiendo y escuchando este discurso, «tenían los corazones consumidos de rabia y rechinaban sus dientes contra él» (Hechos 7, 54).

Podemos ver así las maravillas de la Providencia divina: Saulo, adversario empedernido de la visión de Esteban, después del encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco, reanuda la interpretación cristológica del Antiguo Testamento hecha por el primer mártir, la profundiza y completa, y de este modo se convierte en el «apóstol de las gentes». La ley se cumple, enseña él, en la cruz de Cristo. Y la fe en Cristo, la comunión con el amor de Cristo, es el verdadero cumplimiento de toda la Ley. Este es el contenido de la predicación de Pablo. Él demuestra así que el Dios de Abraham se convierte en el Dios de todos. Y todos los creyentes en Cristo Jesús, como hijos de Abraham, se convierten en partícipes de las promesas. En la misión de san Pablo se cumple la visión de Esteban.

Lo más importante es que, además de los servicios caritativos, Esteban desempeña también una tarea de evangelización entre sus compatriotas, los así llamados «helenistas». Lucas, de hecho, insiste en el hecho de que él, «lleno de gracia y de poder» (Hechos 6, 8), presenta en el nombre de Jesús una nueva interpretación de Moisés y de la misma Ley de Dios, relee el Antiguo Testamento a la luz del anuncio de la muerte y de la resurrección de Jesús. Esta relectura del Antiguo Testamento, relectura cristológica, provoca las reacciones de los judíos que interpretan sus palabras como una blasfemia (Hechos 6, 11-14). Por este motivo, es condenado a la lapidación. Y san Lucas nos transmite el último discurso del santo, una síntesis de su predicación.

Como Jesús había explicado a los discípulos de Emaús que todo el Antiguo Testamento habla de Él, de su cruz y de su resurrección, de este modo, Esteban, siguiendo la enseñanza de Jesús, lee todo el Antiguo Testamento en clave cristológica. Demuestra que el misterio de la Cruz se encuentra en el centro de la historia de la salvación narrada en el Antiguo Testamento, muestra realmente que Jesús, el crucificado y resucitado, es el punto de llegada de toda esta historia. Y demuestra, por tanto, que el culto del templo también ha concluido y que Jesús, el resucitado, es el nuevo y auténtico «templo». Precisamente este «no» al templo y a su culto provoca la condena de san Esteban, quien, en ese momento --nos dice san Lucas--, al poner la mirada en el cielo vio la gloria de Dios y a Jesús a su derecha. Y mirando al cielo, a Dios y a Jesús, san Esteban dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios» (Hechos 7, 56). Le siguió su martirio, que de hecho se conforma con la pasión del mismo Jesús, pues entrega al «Señor Jesús» su propio espíritu y reza para que el pecado de sus asesinos no les sea tenido en cuenta (Hechos 7,59-60).


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Apostol Esteban (mártir)

Esteban, diácono y protomártir, es decir el primer mártir cristiano.

Tenemos noticias de este santo a través de los relatos que encontramos en el libro los Hechos de los Apóstoles. Era judío y helenista de la Diáspora.

Es uno de los siete diáconos seleccionados para solucionar la queja de los helenistas en la primitiva Iglesia cuando aparentemente se abandonaba la atención a las mujeres y niños cristianos provenientes del paganismo, mientras que aparentemente se daba una mayor atención y cuidado a los judíos convertidos a la nueva fe. El nombre de Esteban proviene del griego Stephanos, que significa "corona".

Estos siete diáconos por su nombre y propósito parecen ser de origen griego y tenían como misión el servicio de las mesas, es decir descargar de los trabajos materiales a los apóstoles.


Esteban era vehemente en su predicación y convertía a muchos judíos a la fe cristiana incluso sacerdotes.

Al ver esto, los ancianos y jefes de algunas sinagogas empezaron a elaborar planes para vencerlo y desacreditarlo.

En un principio quisieron discutir con él pero terminaban vencidos. Por último lo acusaron ante el Sanedrín de blasfemia contra Moisés y contra Dios. Esteban por dar testimonio de Jesús resucitado murió apedreado en las afueras de Jerusalén. Mientras lo ejecutaban oraba por sus verdugos.

Saulo que posteriormente se conocerá como el apóstol Pablo era un joven que estaba presente en aquellos momentos, aunque aparentemente no participó en el apedreamiento y se limitaba a cuidar la ropa de los que lo hacían.

Murió apedreado y diciendo: "Señor, no le tomes en cuenta este pecado". Y habiendo dicho esto, murió.
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El profeta Nahum

Acerca del autor y de la fecha en que fue escrito el libro
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La vida de NAHÚM nos es completamente desconocida, por los datos que aporta su libro de le suele fechar entre la toma de Tebas, saqueada por Asurbanípal (668-627 a.C.) y la destrucción de Nínive (612 a.C.)como también la ubicación de Elcós, su ciudad de origen. Con una fuerza lírica que no tiene parangón en la Biblia, este profeta describe y celebra la caída de Nínive, capital del Imperio asirio, ocurrida en el 612 a. C. Durante mucho tiempo, Asiria había sido sinónimo de crueldad y de terror entre los países del cercano Oriente. Es natural, entonces, que todos los pueblos se alegraran por su caída, y es como el portavoz de esa alegría desbordante.

Pero su canto de júbilo encierra, a la vez, un himno de alabanza a Dios, el Señor de la historia, que desbarata todas las pretensiones humanas y libera a su Pueblo. Los ejércitos que derrotaron a Nínive, el prototipo del imperialismo opresor y el enemigo tradicional de Israel, eran el instrumento del juicio de Dios, que tarde o temprano castiga a los culpables.

El triunfo definitivo del Señor sobre todas las fuerzas del mal, prefigurado en la ruina de Nínive, y el gozo de los elegidos en la Jerusalén celestial, encontraron su expresión cristiana más elocuente en el libro del Apocalipsis.

El hecho de que el reino de las diez tribus (al cual pertenecía Galilea) ya estaba bajo el dominio de los Asirios en la época de Nahum, y de que éste dirigió sus mensajes directamente al reino de Judá (1:15b) podría dar crédito a la última posibilidad.

En el libro de Nahum no encontramos indicaciones, ni exactas ni aproximadas, acerca del tiempo en que fue escrito. Sin embargo, el capítulo 3: 8-10 menciona la destrucción de No de Ammon (Tebas), capital del Alto Egipto. Esto tuvo lugar en el 663 a.C. por Asurbanipal, rey de los Asirios. Nínive fue destruida por los Medos bajo el reinado de Ciaxares y por los babilonios bajo el reinado de Nabopolasar en el 612 a.C. El ministerio de Nahum podría situarse entre esos dos eventos.

Nahum no es mencionado en ningún otro lado de las Escrituras. Sin embargo, leemos en Romanos 10:15: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” Este versículo presenta una expresión muy similar a las de Isaías 52:7 y Nahum 1:15, lo cual los vincula entre sí.


El propósito del libro
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El objetivo de la profecía de Nahum era anunciar el juicio sobre Nínive. Jonás ya había profetizado acerca de Nínive, pero él había vivido 150 años antes que Nahum. En el libro de Jonás la gracia de Jehová triunfa, mientras que en el de Nahum sólo se anuncia la justa ira de Dios y la inevitable destrucción de esta ciudad impía. La visión de Nahum está enfocada sobre este enemigo del pueblo de Dios; es muy sorprendente que no se mencione nada acerca de los pecados de Israel y de Judá. Efectivamente, al tiempo que es anunciada la santa y justa ira de Dios contra los enemigos, el pueblo de Dios recibe palabras reconfortantes (1:12-15). En el capítulo 1 (el cual es similar a un salmo), vemos a Dios celoso y vengador en toda su majestad. Los dos capítulos siguientes profetizan con exactitud la caída y destrucción de Nínive.

Como la mayoría de los libros proféticos, el libro de Nahum también está escrito en hebreo poético. Sin embargo, esta poesía se pierde con la traducción. Algunos estudiosos creen encontrar un estilo acróstico en el capítulo 1: 2-8, en el cual los versículos comenzarían siguiendo el alfabeto hebreo, pero otros investigadores dudan de esto. En general, puede apreciarse un lenguaje poderoso y rico en imágenes, por lo que Nahum es llamado «autor clásico de la poesía hebrea» (comparar con «Poesía hebrea», Libro de los Salmos, 3. peculiaridades).


Peculiaridades
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Nínive fue la capital del Imperio Asirio. Su fundador fue Nimrod, quien vivió poco tiempo después del diluvio. Entre Asiria y Babilonia siempre hubo rivalidad. Babilonia es figura del poder mundano vestido religiosamente. Asiria representa lo altivo, cruel y violento de un mundo que no reconoce nada fuera de su propia importancia.

Nínive alcanzó gran renombre alrededor del 900 a.C. Salmanasar III de Asiria venció al rey Acab de Israel en la batalla de Karcar, cerca del 843 a.C. Según una inscripción hecha en el Obelisco negro de Salmanasar, el rey Jehú también fue tributario de este rey asirio. Sin embargo, las escrituras no mencionan esto. Jonás fue enviado a Nínive cerca del 800 a.C. a fin de que sus pobladores dejaran sus crueles caminos. Las dos tribus y media de Rubén, Gad y Manases, establecidas en la orilla oriental del Jordán, fueron deportadas por Tiglad-pilser en el 734 a.C., y en el 722 a.C. todo el reino septentrional de Israel fue llevado a la cautividad bajo los reinados de Salmanasar V y Sargon (2.º Reyes 17). Senaquerib atacó al reino de Judá alrededor del 701 a.C, en tiempos del rey Ezequías, pero tuvo que retornar a su tierra sin haber logrado su objetivo. Después de la muerte de Asurbanipal (quien había conquistado Tebas, Egipto, en 663 a.C.), el poder de Asiria y Nínive declinó mucho. Finalmente, la gran ciudad fue conquistada y totalmente destruida en el año 612 a.C. por los Medos bajo el reinado de Ciaxares y por los babilonios bajo el reinado de Nabopolasar. Recién en el siglo XIX, las ruinas de Nínive fueron excavadas hallándose sus majestuosos edificios, esculturas y la biblioteca de Asurbanipal, que tenía más de 20.000 tablas de arcilla.

Dios había utilizado a Asiria como vara de su ira para castigar a su culpable pueblo de Israel, pero, finalmente, esta vara debía ser castigada por su soberbia y su malicia (Isaías 10: 5-19; Ezequiel 31: 3-17; Sofonías 2:13). Algunas referencias acerca de Asiria se completarán con seguridad en el futuro. El rey de Asiria vendrá nuevamente contra Israel y Egipto y encontrará su fin en Palestina. Es sorprendente saber que Asiria compartirá las bendiciones del milenio con Israel y Egipto, según Isaías 19:23-25, sin su destruida e impía capital de Nínive.


Resumen del contenido
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I. Nahum 1: El juicio es anunciado: Dios es justo.

II. Nahum 2: El juicio es ejecutado: Nínive es destruida.

III. Nahum 3: Los motivos del juicio: la culpabilidad de Nínive.


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PROFETA HABACUC

miércoles, 20 de enero de 2010

Habacuc (חֲבַקּוּק de jabaq abrazar) es el nombre de un profeta hebreo y del libro de la Biblia cuya autoría se le atribuye y que de acuerdo con los expertos se escribió cerca del año 612 a. C., puesto que Habacuc 1:6 se refiere al surgimiento de los Caldeos como potencia internacional, lo cual se relaciona con la caída de Nínive y el fin del poder de Asiria. Esta referencia significaría también que el libro se escribió antes del 605 a. C. pues no se da noticia la primera invasión los babilonios a Judea.

La primera parte del libro de Habacuc (1:1 a 2:4) expone en un diálogo con Yahvéh, el drama de los poderes humanos, políticos y económicos, ansiosos por conquistar pueblos, territorios y riquezas y como consecuencia las víctimas tiranizadas, saqueadas y masacradas. El profeta asume la vocería de las víctimas y clama por la redención. Expresa la certeza de la intervención de Yahvéh en favor de los débiles y ratifica que la visión profética se cumplirá en una fecha concreta y si se tarda hay que esperarla, porque vendrá ciertamente y el justo por su fe vivirá (Habacuc 2:3-4).

La segunda parte (2.5 a 2:20) es una colección de condenas a los explotadores, opresores e idólatras. El rechazo a la ganancia injusta y a la avaricia se expresa en estilo literario que prepara la tercera parte (capítulo 3), un cántico de gran belleza a la salvación de Yahvéh, cuya elevada calidad literaria ha hecho pensar a varios críticos que se trata de la obra de un autor diferente al de las dos primeras partes.


HABACUC: profetizó hacia el año 600 antes de Cristo. Como la situación del pueblo de Israel es tan amarga en ese tiempo, Habacuc le pregunta al Señor Dios: ¿Por qué nos sucede todo esto? Y Dios le responde: "todo tiene su fin, y cada problema tendrá su solución".

Habacuc fue el que escribió aquella famosa frase: "El justo vive por la fe" y repite frecuentemente: "¡Ay de los que se dedican a obrar el mal! ¡Ay de los que olvidan a Dios! ¡Ay de los que consiguen ganancias mal adquiridas!, etc."


HABACUC: LA HISTORIA EN LAS MANOS DE DIOS
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El nombre Habacuc quiere decir "el que abraza, pero no en el sentido romántico, sino en el sentido de consolar y este es un gran libro de consuelo. El consuelo posiblemente sea el problema más penoso con el que se tienen que enfrentar los seres humanos: es decir, el gran interrogante de por qué Dios permite que sucedan ciertas cosas. No conozco una pregunta más actual e importante que esta. Al leer esta profecía de Habacuc descubrirá usted que el problema con el que tuvo que contender y sobre el cual acabó por averiguar la respuesta, hizo posible que se convirtiese en consolador y en uno que podía abrazar a su pueblo en su sufrimiento, y es exactamente el mismo problema con el que nos enfrentamos nosotros actualmente. Porque el profeta vivió en un tiempo muy parecido al nuestro, un tiempo en que todo estaba saliendo mal. Vivió en una época en la que hubo una gran corrupción nacional y aflicción, en el que la nación y la tierra estaba llena de violencia, de odio y de estallidos de maldad. Su aflicción se ve reflejada en las primeras frases del libro (capítulo 1, versículos 1-4):

El oráculo de Dios que vio el profeta Habacuc. "¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré y no oirás? ¿Hasta cuándo daré voces a ti diciendo: ¡Violencia!, sin que tú libres? ¿Por qué me muestras la iniquidad y me haces ver la aflicción? He aquí que surgen pleitos y contiendas; la destrucción y la violencia están delante de mí. La ley pierde su poder, y el derecho no prevalece; porque el impío cerca al justo. Por eso sale torcida la justicia.

¿No suena eso como lo que está sucediendo actualmente? ¿Por qué, dice Habacuc tengo que clamar ¡violencia!, y no obtengo respuesta? He aquí el gran problema de la oración que no obtiene contestación. Tenemos aquí el caso de un hombre que está preocupado por su nación porque ve que todo sale mal. El pueblo vive sumido en la maldad; hay inquietud, violencia, injusticia y opresión por doquier. Cuando todo el asunto es traído ante las cortes, las cortes mismas están corruptas, por lo que Habacuc se siente profundamente preocupado.

El es un hombre de Dios y sabe que lo que hay que hacer con un problema es presentarlo a Dios y es lo que él ha estado haciendo. Ha estado orando acerca de su problema, pero no ha obtenido ninguna respuesta. De modo que su perplejo corazón clama confuso: "Señor, ¿durante cuánto tiempo tengo que seguir con esto, clamando a ti de este modo? No haces nada al respecto. He estado esperando un cambio, esperando para ver si se producía un avivamiento, esperando ver si pasaba algo, pero no sucede nada. ¿Cuánto tiempo he de continuar así?

¿Se ha sentido usted así alguna vez? Mire a su alrededor, a nuestra nación, y verá como todo se está viniendo abajo, y los antiguos fundamentos se están desmoronando, las gentes se apartan de la fe y se cuestionan conceptos que jamás se habían cuestionado con anterioridad. Las personas expresan sus dudas, hasta su sincera incredulidad, en círculos en los que nunca se había expresado la duda con anterioridad. ¿Ha estado usted orando por seres amados, esperando ver cómo Dios los transformaba y actuaba en sus vidas, pero no ha pasado nada? Ese es el problema de la oración que no obtiene respuesta. Es un problema muy importante y hace que el profeta se sienta perplejo.

Pero ahora Dios responde a Habacuc. Lo asombroso de esta profecía es que no se dirige al pueblo ni mucho menos, sino que es más bien un diálogo entre el hombre y Dios. Por eso es por lo que resulta tan actual. Cada uno de nosotros nos llamamos Habacuc y cada uno de nosotros nos enfrentamos de vez en cuando con este problema. Dios responde (en el versículo 5):

"Observad entre las naciones y mirad. Quedaos asombrados y atónitos, porque yo haré en vuestros días algo que aún si se nos contase, no lo creeríais."

En otras palabras, Dios dice: "Habacuc, he estado contestando a tus oraciones. Me acusas de guardar silencio, pero no he permanecido callado. Es solo que no sabes reconocer mi respuesta porque te he estado contestando, pero mi respuesta es tan diferente de lo que esperas que no eres capaz de reconocerla o creerla cuando te respondo. Pero Dios continua diciendo (versículo 6ff):

"He aquí que levanto a los caldeos, pueblo furioso e impetuoso que marcha por la anchura de la tierra, para tomar posesión de los lugares habitados que no le pertenecen. Será temible y terrible. De sí mismo derivará su derecho y su dignidad. Sus caballos serán más veloces que leopardos y más ágiles que lobos vespertinos. Sus jinetes se dispersarán haciendo cabriolas. Vendrán de lejos, volarán como águilas que se apresuran a devorar. Todo este pueblo vendrá para hacer violencia. Todos sus rostros se dirigen hacia adelante, y reunirán cautivos como arena. Se mofará de los reyes y hará burla de los príncipes. Se burlará de toda fortificación; levantará terraplenes y la tomará. Entonces su espíritu pasará y se acabará; devolverá a su dios esta su fuerza."

¿Le suena eso como alguien a quien usted conoce? Podría usted sustituirlos por los comunistas o, en la última generación, podría haber reemplazado a los caldeos por los nazis. He aquí la respuesta que da Dios al problema planteado por el profeta: Dios dice que está preparándose para levantar a la nación de los caldeos. Cuando escribió Habacuc, los caldeos no eran una nación importante. (Otro de los nombres de los caldeos es los babilonios.) Estos nombres se usan alternativamente en el Antiguo Testamento, pero cuando escribió el profeta, la gran nación que tenía asustadas al resto de las naciones y gobernada por un gran tirano del mundo de aquellos tiempos era la nación de los asirios. Su capital era Nínive, a la que se hace referencia en profecías anteriores.

Pero aquí tenemos a una pequeña nación que comienza a levantarse en la historia del mundo y Dios dice al profeta: "Yo estoy detrás de todo esto. Este pueblo es un pueblo muy extraño. Son amargos, hostiles, implacables y sanguinarios. Van a ser tan poderosos como lo han sido otras naciones de la tierra y van a arrasar a través de las tierras conquistándolo todo, y dará la impresión de que nada les puede detener. Este pueblo no tendrá ningún dios como figura central de sus vidas. Yo estoy tras el levantamiento de esta nación y esta es la respuesta a tus oraciones.

Eso resulta bastante asombroso, ¿verdad? Es evidente que Habacuc no sabía que pensar al respecto. Aquí se produce un momento de silencio y luego comienza a reflexionar. Si para comenzar creyó tener un problema, ahora sí que lo tiene. Se enfrenta con un problema de grandes dimensiones porque ¿cómo es posible que Dios resuelva el problema original creando un problema semejante a este?

Esto es lo que preocupa a tantas personas al enfrentarse con lo que está sucediendo hoy en el mundo. Lo que ha amenazado la fe de muchos ha sido el problema de la historia. ¿Por qué permite Dios que pasen las cosas tal y como suceden? ¿Cómo es posible que permita que tengan lugar cosas tan terribles en la historia humana? Hace poco tiempo vi los resultados de una encuesta que se había realizado a estudiantes que no eran cristianos y a las preguntas que se estaban haciendo en las universidades por todos los Estados Unidos. La primera de la lista era: "¿Cómo es posible que un Dios justo y amoroso permita que los hombres sufran? ¿Por qué iba Dios a crearnos para luego permitir que la enfermedad, el hambre y todas esas cosas terribles sucedan?

Existen actualmente muchas personas que se hacen esa pregunta y muchos cuya fe se está debilitando por causa de esto. Están diciendo: "¿Cómo puede ser esto? ¿En qué clase de universo vivimos? Como es lógico, hay otros que no tardan en responder diciendo: "La respuesta es que Dios no existe y no sirve de nada pensar que existe. Estamos viviendo en un universo que es como una máquina, con piezas tediosamente resonantes y nadie sabe realmente lo que hace que funcione. La casualidad hizo que todo encajase. Solamente nos engañamos a nosotros mismos cuando nos imaginamos una imagen paterna por el deseo que hay en nuestros corazones y le llamamos Dios.

El motivo por el que decimos esto es por la aparente inactividad de Dios. Esa es una de las cosas misteriosas de Dios ¿no es cierto? El poeta William Cowper dijo: "Dios se mueve de manera misteriosa para llevar a cabo sus maravillas. Y la manera de hacer Dios las cosas es un misterio para nosotros. Tenemos que reconocer que hay ocasiones en las que no acertamos a comprender cómo se mueve Dios. No parecen tener sentido y los instrumentos de los que se vale parecen tan fuera de lo normal. Dios no es nada ortodoxo. Siempre está haciendo las cosas de manera equivocada, escogiendo a las personas equivocadas y haciendo las cosas del modo más sorprendente. Una de las cosas que aprendemos acerca de Dios al vivir con él durante un tiempo es que siempre está haciendo lo inesperado y no es que lo haga así porque le encante hacer que nos sintamos confusos, sino porque su forma de obrar es infinita y nuestra mente humana no acierta a entenderla.

Ese fue precisamente el problema que afligió a Habacuc, que se sintió intrigado por este extraño silencio y luego, al enterarse de cómo se estaba moviendo Dios, tampoco pudo entenderlo, pero hace algo muy sensato y la próxima sección de este libro es un pasaje muy importante porque nos dice cómo enfrentarnos a esta clase de problema. ¿Qué es lo que hay que hacer cuando nos encontramos con una amenaza semejante para nuestra fe? Cuando vea usted lo que le de la impresión de ser una falta de acción por parte de Dios y luego a lo mejor se da usted cuenta de que Dios está actuando, de una manera que parece totalmente increíble, ¿qué hace usted? Una de las grandes necesidades de nuestra vida cristiana es entender el método que hemos de usar para enfrentarnos con problemas como éste y el método puede explicarse de un modo muy sencillo. Hay cuatro pasos muy simples y al seguir adelante verá usted cómo los sigue el profeta.

Lo primero que hay que hacer es detenerse a pensar, sin reaccionar emocionalmente ante el problema. No deje que el pánico se apodere de usted o que algún terrible miedo pueda más que usted. Párese y piense. De acuerdo ¿en qué debe usted pensar? En segundo lugar, recuerde las cosas básicas que sabe usted acerca de Dios y no intente resolver el problema de inmediato. Aléjese de él y comience con Dios. Vuelva a lo que sabe acerca de El y su carácter, tal y como le ha sido revelado a usted en la revelación y gracias a la experiencia que ha adquirido usted. A continuación, coja lo que sabe acerca del carácter de Dios y aplíquelo al problema. Ese es el tercer paso. Y finalmente, si no ha encontrado usted una respuesta, deje el resto en fe para que Dios lo resuelva y pídale que se lo muestre. Esa es la manera de hacerlo.

Fíjese cómo lo hace el profeta. Primero, comienza pensando acerca de Dios (versículo 12):

"¿Acaso no eres tú el principio, oh Jehová, Dios mío y Santo mío? ¡No moriremos!"

Habacuc se ha recordado a sí mismo algunas cosas de suma importancia al decir eso. "¿Acaso no eres tú el principio...? Lo primero en lo que piensa es que el Dios al que el conoce es un Dios eterno, que está por encima de la historia y es superior a cualquier lapso de tiempo de los acontecimiento. El crea la historia, él es desde el principio y se halla al final. Es anterior al principio y no tiene fin porque es el Dios de la eternidad. Eso es lo primero que el profeta se recuerda a sí mismo. Cuando aparezcan los caldeos confiarán en su propio poder como su dios. "Oh sí dice Habacuc, "pero mi Dios no es así. Mi Dios no es una de esas deidades tribales locales, sino que abarca toda la historia y gobierna estos acontecimientos, porque es un Dios eterno.

En segundo lugar, el profeta se recuerda a sí mismo que Dios existe por sí solo porque usa un nombre muy especial para Dios. Dice:

"¿Acaso no eres tú desde el principio, oh JEHOVA, Dios mío...?"

Cuando la palabra "Señor está todo escrito en mayúsculas, como lo está en este caso, es una traducción de la palabra hebrea Jehová que significa "Soy el que soy. El gran nombre que le reveló Dios a Moisés cuando estuvo en Egipto. En esa ocasión le dijo: "Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto...así dirás al faraón: YO SOY me ha enviado. (Exo. 3:14) ¿Sabe usted por qué Habacuc se recordó a sí mismo esto? Porque en su época había gente que iba por ahí diciendo que Dios estaba muerto y siempre hay personas así y no hay nada de nuevo en ello. Mientras el pueblo iba por ahí afirmando que Dios estaba muerto, Habacuc volvió a lo que había aprendido acerca de Dios, que existe por sí mismo y no puede morir. Es imposible que una persona que existe por sí misma muera y él es "Yo soy el que soy.

En tercer lugar, Habacuc se recuerda a sí mismo acerca de la santidad de Dios, el "Santo mío. ¿Qué significa la santidad? Me atrevería a decir que la mayoría de nosotros usamos esta palabra sin tener ni idea de lo que significa. ¿Quiere decir que es un especie de ser que induce temor y que debemos de andarnos con cuidado de no acercarnos a él porque es santo? No, santidad significa todo, integridad; es ser una persona completa. Significa esencialmente que Dios es consistente consigo mismo y es siempre lo que es. No es nunca ninguna otra cosa, no es nunca una falsificación. No pretende nunca ni nos engaña y eso es la santidad.

Esto es algo que se refleja en todas las Escrituras, el carácter inmutable de Dios. El autor de Hebreos dice: "Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra y los cielos son obra de tus manos...serán cambiados, pero tú eres el mismo y tus años no se acabarán. (Heb. 1:10-12) Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. En él no hay sombra de duda, ni de cambio.

Después de que el profeta se recuerda esto a sí mismo, añade de inmediato estas palabras: "No moriremos. ¿Qué quiere decir? Está pensando que Dios ha hecho un pacto con Abraham. Dios le prometió a Abraham que levantaría una nación que sería su pueblo para siempre y que no permitiría nunca que fuesen eliminados de la tierra. El profeta se está recordando a sí mismo esto, frente a la terrible amenaza con la que se enfrentaban. Los caldeos iban a venir e iban a asolar la tierra. Tendría que contemplar a su amada Jerusalén arrebatada y capturada y ver cómo su pueblo era llevado en cautiverio, pero existe el recordatorio de que Dios no iba a permitir que sucediese lo peor. No morirían y no serían eliminados y la fidelidad de Dios permanecería para siempre, de modo inmutable.

Así que el profeta llega a la conclusión que resuelve al menos la primera parte de este problema. Dice (en el versículo 12):

"Oh Jehová, para juicio pusiste a los caldeos; tú, oh Roca, los has establecido para castigar. "Ahora entiendo por qué has levantado a los caldeos; es tú manera de despertar a mi pueblo de su insensatez, de su terrible estupidez al apartarse de ti. Creen que pueden vivir sin ti, a pesar de las muchas veces que les has enviado a los profetas, suplicándoles, pidiéndoles y recordándoles tu palabra? Has derramado bendición tras bendición sobre ellos, a pesar de lo cual siguen en su insensata locura, dándolo todo por sentado, pensando que pueden seguir viviendo sin ti. Ahora entiendo lo que estás haciendo. Estás levantando a un pueblo a fin de conmocionarles para que sean conscientes de la realidad, para despertarles y castigarles. Ahora lo entiendo."

¿Hay alguna duda de que Dios hace esto en la historia? No hay duda alguna de que ese es el motivo por el que se les permitió a los nazis hacerse tan rápidamente con el poder, para asolar Europa y para ser de repente derribados una vez más. Fue para despertar al mundo occidental, a fin de que fuese consciente de su codicia, su avaricia, su maldad y el hecho de haberse apartado de lo relacionado con la verdad y Dios, que les está diciendo algo a través de esto, haciendo que las naciones se estremeciesen, que es la manera habitual de actuar Dios a lo largo de la historia.

A continuación el profeta dice: "Veo que ahora tengo otro problema. Y continua en el versículo 13 diciendo:

"Eres demasiado limpio como para mirar el mal; tú no puedes mirar el agravio. ¿Por qué, pues, contemplas a los traidores y callas cuando el impío destruye al más justo que él?"

Después Habacuc describe la maldad de los caldeos. "Ahora dice, "me doy cuenta de cómo estás levantando a esta nación para perdonar a este pueblo, pero esto es algo que no entiendo. A pesar de la maldad de mi propio pueblo, no son tan malvados como los caldeos. ¿Cómo es posible que uses a un pueblo malvado, impío, implacable como éste para castigar a tu propio pueblo? Esto es algo que no acierto a entender. ¿Ha oído usted decir eso alguna vez? ¿Ha oído decir a alguien: "es cierto que los Estados Unidos tiene problemas, y posiblemente sea un pueblo malvado, pero no somos tan malvados como los comunistas (o los nazis o quienquiera que sea nuestro enemigo en esos momentos). Dios no va a permitir que este pueblo se apodere de ellos porque, después de todo, son mucho peor de lo que somos nosotros.

Así que el profeta dice: "No entiendo esto. Y como no sabe lo que hacer, sigue al cuarto paso y deja que Dios se ocupe del problema. Eso es algo muy sabio que hacer porque nuestra mente humana no capta todo lo intrincado de la historia y son muchísimas las cosas que no entendemos. Por lo que al llegar a este punto son muchas las personas que dicen: "debe ser que Dios no existe o "Dios no es como dice la Biblia que es o "no puedo creer en esto. Si Dios no me explica lo que piensa hacer, ya no puedo seguir creyendo en él.

Pero el profeta dice: "La verdad es que no lo entiendo, pero tú eres más poderoso que yo, así que esperaré a que tú me lo reveles. Fíjese cómo empieza el capítulo 2:

"En mi guardia estaré de pie y sobre la fortaleza estaré firme. Vigilaré para ver qué dirá y qué tiene que responder a mi queja."

Ese es un modo de actuar muy sensato. Para empezar, Habacuc está diciendo que se va a alejar del problema durante un tiempo. "Voy a dejar el asunto en manos de Dios y esperaré a que sea él quien de el próximo paso. Yo he llegado hasta donde podía ir. He razonado basándome en el carácter de Dios. Se que sus ojos son demasiado puros como para contemplar el mal, no le gusta el mal y no tiene complicidad con él. Eso lo se. Pero a pesar de ello está levantando a este pueblo malvado. No lo entiendo, pero dejaré que Dios me lo explique y esperaré su respuesta.

¿Puede usted hacer esto? Cuando le presenta usted un problema a Dios y se lo explica todo a él en oración, ¿se levanta usted y sigue preocupándose por el problema otra vez? (¿Cómo se va a resolver esto? ¿Qué debo hace a continuación?) Eso es lo que nos derrota con frecuencia, pero el profeta lo deja ahí, diciendo: "de ti depende. El versículo 2 dice:

"Entonces Jehová me respondió diciendo: --Escribe la visión y grábala claramente en tablas para que corra el que las lea."

En otras palabras "Habacuc, te voy a dar la respuesta. Ahora quiero que lo pongas por escrito con toda claridad para que todo aquel que lo lea pueda transmitir de inmediato la respuesta y hacer que llegue por toda la tierra. Entonces Dios añade estas significativas palabras (versículo 3):

"Aunque por un tiempo la visión tarde en cumplirse, al fin ella hablará y no defraudará. Aunque tarde, espéralo; pues sin duda vendrá y no tardará."

Dios está diciendo: "Habacuc, esto es algo que no va a suceder de inmediato. Pasará algún tiempo, pero sucederá. Ese es el carácter de la revelación de Dios. Para empezar él dice que va a suceder un acontecimiento y luego dice: "no te preocupes de lo que pase entre tanto. Aunque te de la impresión de que todo esta saliendo mal, lo que te he dicho que va a pasar pasará y si te da la impresión de que se demora, espéralo porque sucederá.

Luego Dios afirma un principio que se cita en tres ocasiones en el Nuevo Testamento y que es la base de los grandes movimientos que ha producido Dios entre los seres humanos. Dice estas palabras (4):

"He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro de sí está envanecido, pero el justo por su fe vivirá."

Estas palabras se citan en el Nuevo Testamento en Romanos, en Gálatas y en Hebreos y fueron precisamente estas palabras las que encendieron un fuego en el corazón de Martin Lutero. "El justo por la fe vivirá. No por las circunstancias, ni por los comentarios ni por los razonamientos, sino por la fe en lo que dijo Dios que sucedería.

Mediante estas palabras se le muestra al profeta que solo hay dos perspectivas posibles acerca de la vida. Solamente podemos enfrentarnos con la vida mediante dos clases diferentes de actitudes. O bien la afrontamos por medio de la fe, dependiendo de Dios, o la enfrentamos con una actitud de incredulidad, dependiendo de nuestra propia habilidad para razonar todas las cosas. Estas son las dos actitudes fundamentales y son las únicas dos actitudes posibles. Solamente se puede adoptar la una o la otra. Si mira usted a su alrededor se dará cuenta de que cada uno de los seres humanos sobre la faz de la tierra encaja en una de estas dos categorías. O bien confían en la sabiduría de la mente humana para estudiar los acontecimientos y hallar las soluciones, e intentan analizar los escritos de hombres sabios y llegar a conclusiones respecto a los acontecimientos humanos, basándose en estas fuentes de información, o toman lo que ha dicho Dios y creen que cuando El ha dicho que va a suceder algo, sucederá y que toda la historia converge y depende de esta promesa.

Esa es la diferencia entre el hombre de fe y el hombre que vive dependiendo de su razón. Una de las cosas más lamentables con las que me encuentro es la cantidad de cristianos que se están dejando atrapar por la idea de vivir conforme a la razón y por la inteligencia de los procesos racionales humanos, en el nombre del Cristianismo. Hay muchos que dicen que la labor de la iglesia es organizar a la gente que está en desventaja para que de alguna manera pueda ejercer una influencia y un poder político, a fin de presionar a los dirigentes de la nación para que corrijan los abusos que se cometen y que eso es lo cristiano y lo que se debe de hacer. Ahora bien, yo no estoy sugiriendo que esté mal ayudar a las personas que estén necesitadas. Eso es perfectamente correcto y debemos de hacerlo guiados por Dios. Pero los procesos de depender de bloques de presión y de piquetes y otras cosas no es ni remotamente cristiano. Eso no es ni mucho menos lo que nos dice la Palabra de Dios que hagamos. En contraste, eche un vistazo a los relatos de los hombres y las mujeres que se mencionan en el capítulo once de Hebreos. ¿De qué manera cambiaron el mundo de su época? Nos dice que soportaron como viendo al que era invisible, sin esperar que el hombre hiciese nada. Estaban esperando que Dios obrase y así lo hizo siempre. Al obrar Dios, las cosas empezaron a cambiar y la historia de esa clase de obra es la asombrosa historia del éxito de hombres y mujeres que fueron capaces de cerrarle la boca a los leones, subyugaron reinos, derrocaron tronos, ganaron imperios y cambiaron el curso de la historia por medio de la fe, no contando con lo que pudiera hacer el hombre, sino Dios.

A lo largo del resto del capítulo hay un interesante análisis de los caldeos y lo que Dios planeaba hacer con ellos. Para resumir, Dios le dice al profeta: "mira Habacuc, no te preocupes por los caldeos. Es verdad que mis ojos son tan puros que no quiero contemplar el mal y también es cierto que estoy levantando a este pueblo con el propósito de juzgar a la nación de Israel, pero también en su momento juzgaré a los caldeos y aquello en lo que ellos confían se convertirá precisamente en su ruina. Sus propios dioses les derrotarán. Y pronuncia cinco calamidades (versículo 6):

"¡Ay del que multiplica lo que no es suyo! [Ay del hombre que vive siguiendo la filosofía: "Conseguiré todo lo que pueda y poco importa cómo lo consiga."]

"¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, poniendo en alto su nido para escaparse de mano de la calamidad! [Ay de aquel que dedica todos sus esfuerzos a sentirse seguro y a salvo cuando llegue a viejo. Dios dice que se encontrará con que los fundamentos sobre los que se ha apoyado le serán arrebatados y todo aquello en lo que ha invertido le será quitado.] ¡Ay del que edifica la ciudad con sangre y del que establece la aldea con iniquidad! [Ay de aquellos que confían en la violencia para obtener lo que quieren.] ¡Ay del que da de beber a su compañero del cáliz de su ira y lo embriaga para mirar su desnudez! [Ay del hombre que crea temor en los que le rodean con el fin de gobernarles y de aprovecharse de ellos.]

Versículo 19:

"Ay del que dice al palo: ¡Despiértate!...,"

[Ay del hombre que confía en un falso dios, que cree que las fuerzas que le rodean pueden controlarle, darle vida y cumplir sus deseos.]

Finalmente, en el capítulo 3 el profeta concluye con una oración extraordinaria. Aquí ha encontrado su respuesta. Dios es el Dios de su historia, se está moviendo y lo tiene todo bajo control. Lo que tenemos que recordar es que estas fuerzas y los problemas creados por ellos no se resuelven intentando afrontar solo el problema inmediato porque eso es como tomar aspirina para curar el cáncer, algo que no funcionará nunca. No, estos problemas solo se solucionarán mediante la relación del hombre con Dios. Habacuc dice (en el versículo 20):

"Pero Jehová está en su santo templo: ¡Calle delante de él toda la tierra!"

Luego comienza su poderosa oración (capítulo 3, versículo 2):

"Oh Jehová, he oído tu fama; he considerado tu obra, oh Jehová. ¡Avivala en medio de los tiempos hazla conocer! En medio de la ira, acuérdate de tener misericordia."

Habacuc comenzó este libro diciendo: "Señor, ¿por qué no haces algo? Y ahora dice: "Señor, ve con cuidado, no hagas demasiado. En tu ira no olvides la misericordia. Señor veo que estás obrando, pero recuerda en medio de ello que sigues siendo un Dios de misericordia. Eso es todo lo que tiene que decir. No hay más filosofía, ni teología, ni más argumentar con Dios.

Esta oración es uno de los pasajes más asombrosamente hermosos y poéticos en todas las Escrituras. Léalo y vea qué lo que hace el profeta es, ni más ni menos, que volver al pasado y recordar lo que Dios ha hecho en el pasado y eso es lo que convence a Habacuc de que puede confiar en él. Se basa en los acontecimientos que ya han sucedido, en aquellos sucesos que no se pueden cuestionar, ni eliminar ni conmover en modo alguno; el hecho importante de que Dios ya ha actuado en la historia humana y de eso depende la fe. No vivimos guiados por una fe ciega, sino que vivimos con un Dios que ha actuado en el tiempo y en el espacio, que ha hecho algo, que ha dejado indeleblemente grabada su voluntad en el progreso de los acontecimientos humanos. El profeta piensa en lo que hizo Dios en el pasado en Egipto, cuando Israel se encontró en problemas y recuerda de qué modo actuó Dios (versículos 3, 4):

"Dios viene desde Temán; y el Santo, de los montes de Parán. Su esplendor cubre los cielos. Tiene un resplandor como de luz; rayos brillantes salen de sus manos y allí se oculta su poderío."

¿Recuerda usted de qué modo ocultó su poder al faraón y luego lo mostró mediante actos repentinos de su milagrosa intervención? El profeta dice (versículos 5, 6):

"La mortandad va delante de él y de sus pies salen llamaradas. Se detiene y hace temblar la tierra; mira y estremece a las naciones. Se desmoronan los montes sempiternos; las antiguas colinas se postran ante él. ¡Sus caminos son eternos!"

Recuerda cómo se vio afligido el pueblo de Israel en el desierto y como temblaron en medio de Madian. Luego piensa en cuando cruzaron el Mar Rojo y de qué modo Dios les abrió camino en medio de las aguas y se acuerda de cómo el Río Jordán se abrió y pudieron llegar a tierra firme (versículo 10):

"...el abismo dio su voz; levanto en alto sus manos. Habacuc recuerda cómo a petición de Josué" (versículo 11):

"El sol y la luna se detuvieron en su cenit... Esta es la clase de Dios que tenemos. El Dios que, de hecho, interviene en la historia humana para realizar acontecimientos que nadie puede duplicar. Al pensar el profeta en todo ello, su mente medita en la grandeza de Dios y así es como concluye (versículo 16):

"Oí y se me estremecieron mis entrañas. Ante esa voz titubearon mis labios; penetró podredumbre en mis huesos, y se estremecieron mis piernas. Gimo por el día de la angustia, cuando suba contra el pueblo."

Ve el problema y sabe que viene. Lo temible del problema se apodera de él y siente la presión, pero no es eso todo, sino que añade (versículos 17-19):

"Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación. ¡Jehová, el Señor, es mi fortaleza! El hará mis pies como de venados y me hará andar sobre las alturas."

¿Ha descubierto usted eso? Que a pesar de que permanezcan los problemas y la presión siga estando ahí, se puede producir un fortalecimiento del hombre interior que hace que el corazón se regocije y se sienta alegre en medio de las dificultades y eso fue lo que descubrió Habacuc. "El Señor mismo dice, "es mi fortaleza. Y esa es la verdad del Nuevo Testamento. Esa es una manera desesperada de intentar deshacerse del problema, pero Dios ha ordenado que continúen los problemas. "En el mundo tendréis aflicción dijo Jesús, "pero ¡tened valor, yo he vencido al mundo! (Juan 16:33) Hay un titulo de un libro que me encanta y que fue escrito por el Dr. Edman, anterior presidente de la Facultad Wheaton. Resume, de manera gloriosa, cuál debiera ser la actitud del cristiano en los tiempos difíciles. ¿Sabe usted cuál es? "Not Somehow, but Triumphantly. (No de algún modo, sino triunfantemente.) No superándolo de alguna manera, sino de modo triunfante.

"Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación. ¡Jehová, el Señor, es mi fortaleza!".
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Zacarías (profeta)

Zacarías (Hebreo: זְכַרְיָה Zekjar·yáh) es uno de los profetas menores, a quien se atribuye el libro que lleva su nombre. Su nombre significa Yaveh Ha Recordado. Zacarías se llama a sí mismo hijo de Berekías hijo de Idó (Zac 1:1,7) pero en otros pasajes se omite el nombre de Berekías. Probablemente nació en fer algún lugar de Babilonia, puesto que su actividad profética empezó tan solo diecisiete años después del regreso del exilio, y es razonable pensar que para entonces tenía más de diecisiete años, aunque todavía se le consideraba joven.


Yahveh se valió de Zacarías y Ageo para animar a Zorobabel, al sumo sacerdote Jesúa y a los exiliados que habían regresado a terminar la reconstrucción del templo de Jehová, aun cuando todavía estaba en vigor una prohibición del gobierno persa. La profecía de Zacarías contiene mensajes que pronunció con ese fin durante un período de dos años y un mes.

Una de las profecías que recoge el libro de Zacarías en el capitulo 11 y versículos 12 y 13 hace referencia directa al precio (treinta piezas de plata) que los principales de los sacerdotes ofrecieron a Judas por entregarles a Jesús. Ver el evangelio de San Mateo en el capítulo 26 y versículo 15.

El profeta Zacarías (= Jehová ha recordado) era contemporáneo de Hageo y fue el segundo en escribir luego del exilio. Estos dos profetas ejercieron su ministerio al mismo tiempo (léase Esdras 5:1; 6:14).

Se ha aceptado en general que el profeta Zacarías es la misma persona cuyo nombre aparece mencionado en Nehemías 12:16. De manera que Zacarías fue profeta y sacerdote a la vez, como también lo fueron Jeremías y Ezequiel. Al leer el capítulo 2:4 podemos observar que él comenzó su ministerio profético a una temprana edad.

Zacarías proclamó su primera profecía (1:1) dos meses después del primer mensaje de Hageo, en el segundo año de Darío I (533-485 a.C.), es decir, en el 521/520 a.C. Hallamos otros datos en el capítulo 7:1, donde se menciona el cuarto año del rey Darío (519/518). Es probable que Zacarías haya escrito la segunda parte del libro (capítulos 9 al 14), cuya fecha de escritura se desconoce, aproximadamente en 480 a.C. Se cree que luego fue asesinado por sus propios compatriotas (ver punto 3 Peculiaridades).

Los críticos no le han dedicado mucha atención a la primera parte del libro (capítulos 1 al 8), mientras que sí han abordado insistentemente la segunda parte (capítulos 9 al 14). Sin embargo, estos críticos no presentan un criterio unánime. Los evangelios presentan repetidamente la segunda parte, mesiánica, del libro de Zacarías en relación con el Señor Jesús:

Zacarías 9:9 Mateo 21:4-5; Juan 12:15

Zacarías 11:13 Mateo 27:9-10

Zacarías 12:10 Juan 19:37

Zacarías 13:7 Mateo 26:31; Marcos 14:27

2. El propósito del libro
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Aun cuando Zacarías, según la comisión que había recibido de Dios, se dirigía al remanente de Israel al mismo tiempo en que también lo hacía Hageo, su mensaje era totalmente diferente. Mientras que Hageo, la mayor parte del tiempo, tenía que reprocharle al pueblo el desgano que mostraba para la construcción del templo, Zacarías se refiere más precisamente a la ciudad de Jerusalén. Además, él es el único profeta posterior al exilio que brinda un detallado resumen de la historia del pueblo de Dios y de las naciones señalando principalmente a la ciudad de Jerusalén. Este profeta describe el rechazo del Mesías por parte de su propio pueblo terrenal, Israel, y el posterior arrepentimiento de dicho pueblo y el consecuente reconocimiento de dicho Mesías, quien aparecerá para establecer su reinado de paz. En esto podemos apreciar cierta similitud con la profecía de Daniel. Zacarías también ha sido comparado con Isaías, «el profeta evangelista». La clave del mensaje de Zacarías es el invariable amor de Dios y sus cuidados a favor de su pueblo terrenal. El profeta enseña que Dios preservará a los suyos de todo peligro que provenga del poder del mundo y que los guardará a fin de introducirlos en Su reinado terrenal.


a) La muerte de Zacarías
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En Mateo 23:35, el Señor Jesús dice: “para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar”. En el Nuevo Testamento encontramos el equivalente griego de los nombres hebreos Zacarías y Berequías. Desde hace mucho tiempo, se ha vinculado a este Zacarías con el que aparece mencionado en 2.º Crónicas 24:20-21, aunque este último figura como hijo de Joiada. La razón de esta suposición quizá pueda deberse a que en la Biblia Hebrea las Crónicas ocupan el último lugar. En consecuencia, esto pudo haber dado lugar a creer que Abel sería un hombre que figura al principio de dicha Biblia, y Zacarías uno que hallaban al final de la misma. Pero resulta obvio que el evangelio se refiere al profeta Zacarías, pues en primer lugar desaparece la divergencia en cuanto al nombre de su padre y, además, porque él vivió efectivamente en la época final del Antiguo Testamento. Otros ejemplos de hechos que corresponden al Antiguo Testamento, pero que son revelados en el Nuevo son la mención de los nombres de los magos egipcios Janes y Jambres (2.ª Timoteo 3:8) y la profecía de Enoc (Judas 14).


b) Zacarías y Jeremías
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El hecho de que Mateo 27:9 cite a Zacarías 11:12-13, profecía muy similar a una que también profiere Jeremías, causa a veces confusión en los lectores de la Biblia. Una comparación de ambos pasajes muestra que Zacarías no escribió nada acerca de la compra de un campo, pero, no obstante, Mateo necesitaba expresar puntualmente acerca de la compra del campo del alfarero. La mención de la compra del mencionado campo la hallamos en Jeremías 32: 6-7. Por lo tanto, resulta evidente que Mateo ha unido ambos pensamientos: la compra del campo, que aparece en Jeremías 32, y la estimación del precio, reflejado en las 30 piezas de plata que menciona Zacarías 11

4. Resumen del contenido
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I. Zacarías 1-8: Profecías cuyas fechas corresponden a la época de la construcción del templo.

1. 1: 1-6 Introducción y llamamiento al arrepentimiento

2. 1:7 al 6:15 Ocho visiones nocturnas.

1:7-17 El jinete que cabalga entre los mirtos.

1:18-21 Los cuatro cuernos y los cuatro carpinteros (artesanos).

2:1-13 El varón con el cordel de medir.

3:1-10 El Sumo Sacerdote Josué ante el ángel de Jehová.

4:1-14 El candelabro y los dos olivos.

5:1-4 El rollo que vuela, el cual es la maldición.

5:5-11 La mujer en el efa.

6:1-8 Los cuatro carros que salían de entre dos montes.

6:9-15 Apéndice: La coronación del Sumo Sacerdote Josué.

3. 7:1 al 8:23 La pregunta en cuanto al ayuno.

II. Zacarías 9-14: Profecías sin fecha que corresponden al tiempo posterior a la construcción del templo.

1. 9:1 al 11:17 Primer enunciado: La primera venida y el rechazo del Mesías.

9:1-17 El juicio de los enemigos y la venida del Rey.

10:1-12 El rebaño es reunido.

11:1-17 El rebaño y su Pastor.


2. 12:1 al 14:21 Segundo enunciado: La segunda venida y la aceptación del Mesías.

12:1 al 13:6 Victoria final de Israel.

13:7 al 14:21 Victoria final del Rey.

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Hageo (profeta)

Hageo (Hebreo: חַגַּי, Ḥaggay or "Hag-i") era uno de los doce profetas menores y el autor del libro de Hageo. Su nombre significa fiesta, solemnidad.

Hageo, Zacarías y Malaquías fueron los tres profetas posteriores al Destierro de Babilonia. Ageo y Zacarías fueron coetáneos y Malaquías vivió un siglo después.

Se conoce muy poco de su vida personal. Quizás fuera uno de los cautivos llevados a Babilonia por Nabucodonosor II. Empezó su ministerio aproximadamente dieciséis años después del retorno de los judíos a Jerusalén. El trabajo de reconstruir el templo se había detenido por el desánimo de los exiliados y las intrigas de los samaritanos. Después de haber estado paradas las obras de reconstrucción del templo durante dieciocho años se reanudaron las obras después de los esfuerzos de Hageo y Zacarías.[2] Ellos exhortaron al pueblo, que despertó de su letargo, y les indujeron a aprovecharse del cambio de política hacia los judíos del gobierno persa bajo Darío el Grande.


El profeta Hageo recibe el llamado directo de Dios para despertar a su pueblo el cual se encontraba dormido y sumido en los afanes de este mundo y olvidando las cosas que perduran, las cosas eternas. Luego de muchos anos de haber estado cautivos vuelven a Babilonia, donde Dios los trae con el propósito de reconstruir su casa.

Este pequeño grupo llego con grandes aspiraciones de ver el templo otra vez reconstruido y con la gloria que antes lo caracterizaba pero en el transcurso fueron enfrentados con situaciones muy difíciles las cuales vinieron a jamaquear y cuestionar la validez de su deseo al reconstruir el templo, momentos que vinieron a traer desanimo hasta el punto de abandonar la obra luego de haberla comenzado. Comenzaron a enfocarse en sus propias necesidades, olvidando su propósito por el cual ellos regresaron a Jerusalén.

El Espíritu del Señor desciende sobre Hageo y lo mueve a animar al pueblo. De la manera que Hageo hace esto es mostrándoles un destello de lo que habían perdido, les trae a la memoria lo que fue el templo y lo que puede ser si vuelven a la reconstrucción del templo, que las bendiciones llegan y fluyen en la vida de los que ponen a Dios en primer lugar en sus vidas. Los anima a que terminen lo que comienzan, a que dediquen sus caminos a Dios el cual tendrá cuidado de todas sus necesidades, a no conformarse con experiencias y glorias pasadas, sino a concentrase en lo que esta por venir, entendiendo que la gloria venidera será mayor que la primera, a no construir en esta tierra tesoros, sino reconocer que nuestro verdadero tesoro esta en los cielos. Dios a través del Profeta Hageo trata directamente con el Pueblo de 3 maneras:

1. Cuestionamiento: V- 2, 4 El profeta enfrenta al pueblo con respecto al "Kairos” de Dios y el "Cronos” del Hombre (Tiempo) de la reconstrucción del templo Cuando el "Kairos” de Dios decía que si era el tiempo, el "Cronos” del hombre decía que no.

2. Confrontación: En V-5,7. Un llamado a la reflexión y meditación sobre sus caminos. La manera en que Dios contendió con ellos no fue mandándolos a cautividad otra vez, ni levanto un ejercito en contra de ellos, pero tomo la corrección en sus propias manos, porque sus misericordias son grandes y eternas.

3. Consecuencia: Sobrevino sobre ellos calamidad, sequía y maldición por haberse desviado del propósito de Dios.


ALGUNAS PALABRAS A LOSCARPINTEROS DESANIMADOS
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Al leer este libro se dará usted cuenta de que el tema de la profecía de Hageo es "daos prisa y construid la casa del Señor. Permítanme decirles que aunque su iglesia esté un poco abarrotada y no les quede más espacio, el edificio de la iglesia no es la casa de Dios. En los días de Hageo era una imagen o una sombra de la verdadera casa de Dios. Estas sombras (como aprendimos en el Nuevo Testamento) apuntan a la verdadera casa de Dios, que es el creyente, o de manera colectiva todos los creyentes, que forman la gran casa de Dios que es la iglesia, el lugar en el que habita Dios y eso es lo que le interesa edificar a Dios.

En la época de Hageo la casa del Señor era el templo, y posiblemente recuerden ustedes que tuvieron algunas dificultades para edificar el templo después de la cautividad en Babilonia. (Esta profecía debería leerse en relación con los libros históricos de Esdras y de Nehemías, que aparecen mucho antes en el Antiguo Testamento.) Como habían profetizado mucho de los profetas, la nación babilonia fue levantada y arrasó la tierra de Israel. Capturaron Jerusalén, le sacaron los ojos, y fue llevado como cautivo a Babilonia y allí, como había anunciado la profecía de Jeremías, el pueblo permaneció cautivo durante exactamente 70 años. Por cierto que esta es una de las profecías más asombrosas que se han cumplido ya, así que pueden ver ustedes de qué modo Dios habla por boca de los profetas, diciendo lo que ningún hombre podía decir por sí mismo.

Después de que se hubieron cumplido los 70 años Daniel, que profetizó en Babilonia, nos dice que Dios comenzó a moverse para traer de nuevo a su pueblo a su tierra. Vinieron primeramente bajo el reinado de Zorobabel, al que se menciona en los primeros versículos de la profecía de Hageo. Zorobabel, que descendía de reyes, fue el capitán del remanente que volvió de Babilonia. Cuando llegaron a Jerusalén, se encontraron la ciudad en ruinas, las murallas derruidas y el templo completamente destruido.

Lo primero que hicieron fue comenzar a trabajar en el templo. Aunque se encontraban todavía bajo el dominio y el gobierno de los babilonios, tenían permiso del rey de Babilonia para empezar a trabajar en la edificación del templo. De modo que comenzaron a edificarlo y lograron poner los fundamentos y posiblemente una tira entera de sillares, construyendo un templo mucho más pequeño que el que construyó originalmente Salomón. Entonces el trabajo comenzó a demorarse y después de un tiempo cesó por completo y durante 15 años no hicieron nada en el templo. Es precisamente al llegar a este punto cuando apareció en escena Hageo y comenzó a hablar.

Hageo transmite cuatro mensajes a este pueblo, todos ellos en espacio de un año y medio y todos ellos relacionados con la construcción del templo, pero el mensaje más profundo, como ya he sugerido, se aplica a nosotros, que somos el templo o la gran casa de Dios, que él ha estado construyendo durante veinte siglos ya. De modo que leeremos esta profecía no solo como un mensaje para el pueblo de Dios por todas partes, respecto a la responsabilidad que tienen en cuanto a la construcción de la gran casa de Dios, sino el templo que el Espíritu Santo ha estado edificando en los corazones humanos.

En esta profecía hay cuatro mensajes con fecha de calendario. Cada uno de ellos revela la excusa que dio el pueblo por no trabajar en el templo, hablando tanto sobre la excusa como acerca del motivo tras dicha excusa. El primer mensaje incluye todo el capítulo 1. Leemos (en los versículos 1 y 2):

"En el primer día del mes sexto del segundo año del rey Darío, vino por medio del profeta Hageo la palabra de Jehová para Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y para Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo: Así ha dicho Jehová de los Ejércitos: Este pueblo dice que aún no ha llegado el tiempo en que sea reedificada la casa de Jehová."

La profecía fue dirigida al gobernador civil y a los dirigentes religiosos, Josué y Zorobabel, y en este versículo el profeta revela la excusa que dio el pueblo por dejar el templo abandonado durante 15 años. Estaban diciendo: "Es que no ha llegado el tiempo todavía. Se ha cometido una equivocación al calcular los 70 años que profetizó Jeremías. No sirve de nada hacer algo ahora porque Dios todavía no está listo. Pero lean ustedes la respuesta que Dios les da a su excusa (versículos 3-5):


"Vino, pues, la palabra de JEHOVA por medio del profeta Hageo, diciendo: ¿Acaso es tiempo de que vosotros habitéis en vuestras casas enmaderadas mientras que esta casa está en ruinas? Así ha dicho JEHOVA de los Ejércitos: Reflexionad acerca de vuestros caminos."

En otras palabras, Dios dice: "¿Acaso el problema consiste en que creéis que aún no ha llegado el momento de que yo obre? Pues es sorprendente que penséis que es hora de que os ayude a construir vuestra casa y ¿qué pasa con la mía? Y sugiere de manera un tanto irónica que el verdadero motivo por el que han demorado la obra de Dios es porque están totalmente sumidos en sus propios asuntos, por lo que han dejado las cosas de Dios en un segundo lugar colocando primero sus propias necesidades.

Había algo de lo que se habían olvidado. El mero hecho de que se encontraran en la tierra demostraba que había llegado la hora de Dios. No hubieran estado de regreso allí si no se hubiesen cumplido los 70 años. Por lo tanto, el verdadero motivo era que no estaban dispuestos a colocar a Dios en primer lugar. Sus propias comodidades, su conveniencia y sus deseos venían primero.

Pero Dios dice que quiere que vean cuáles son los resultados, diciendo en tres ocasiones: "Reflexionad...reflexionad...reflexionad. Fíjense en lo que dice en los versículos 5 y 6:

"Reflexionad acerca de vuestros caminos. Habéis sembrado mucho, pero habéis recogido poco; coméis, pero no os saciáis; bebéis, pero no quedáis satisfechos; os vestís, pero no os abrigáis, y el jornalero recibe su jornal en bolsa rota."

¡También en aquellos tiempos existía la inflación! Está diciendo que toda la labor y el trabajo que habían realizado no había servido para conseguir lo que esperaban. "Estáis intentando volveros prósperos dice Dios, "pero os elude la prosperidad. Estáis intentando satisfaceros a vosotros mismos, pero no os sentís nunca realizados y siempre hay algo que os falta. Los versículos 7 a 11 dicen:

"Así ha dicho JEHOVA de los Ejércitos: Reflexionad acerca de vuestros caminos. Subid al monte, traed madera y reedificad el templo. Yo tendré satisfacción en ello y seré honrado ha dicho JEHOVA."

¿Por qué?

"Pero vosotros buscáis mucho y halláis poco; y lo que lleváis a casa, de un soplo yo lo hago desaparecer. ¿Por qué? dice JEHOVA de los ejércitos. Porque mi casa está en ruinas, mientras que cada uno de vosotros se ocupa de su propia casa. Por eso, por causa vuestra, los cielos retuvieron la lluvia y la tierra retuvo su fruto. Además, llamé la sequía sobre la tierra y sobre los montes; sobre el trigo, sobre el vino nuevo, sobre el aceite y sobre todo lo que la tierra produce; sobre los hombres, sobre el ganado y sobre todo trabajo de las manos."

Dios dice: "Yo estoy tras esto. ¿Por qué hizo esto? ¿Por qué puso trabas a todos sus esfuerzos por conseguir la prosperidad? ¿Era porque estaba intentando castigarles? No, Dios no castiga nunca en ese sentido. Lo que estaba intentando era despertarles. Estaba intentando mostrarles que había una norma infalible que aparece por todas las Escrituras y durante toda la vida y que los hombres están siempre intentando invertir, que dice: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mat. 6:33) La manera de conseguir lo que necesitamos, en términos de alimento material, de cobijo y de suplir nuestras necesidades en la vida no es darle mayor importancia y prioridad a estas cosas, sino a avanzar la obra de Dios. Para eso estamos aquí. Tenemos un Padre en el cielo que sabe perfectamente las cosas que necesitamos en este sentido y es perfectamente capaz de suplir estas necesidades y lo hará al interesarnos nosotros primeramente en todo lo relacionado con su obra.

Eso es algo perfectamente actual ¿no es cierto? Eso es llamarnos a que regresemos y pongamos por práctica este gran principio y el Nuevo Testamento nos recuerda que no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que hemos sido comprados por precio y le pertenecemos a él. (Iª de Cor. 6:19, 20) Estamos aquí para avanzar su causa y sus intereses. Estamos aquí para edificar la casa de Dios. Por eso es por lo que Dios nos ha dejado aquí en este mundo, para que podamos ser su instrumento en la obra de erigir el gran templo de los seres humanos que será y es la habitación de Dios, el lugar donde él reside.

¿Es ese el primer de nuestros intereses? ¿Es para eso para lo que vivimos? ¿O es para obtener una nueva televisión en colores o un automóvil mejor o una casa más hermosa o mejores cortinajes o una alfombra más mullida? No que esas cosas les sean negadas a los cristianos. Entendamos que Dios, en su gracia y bondad, en ocasiones concede riqueza a los cristianos y ellos deben de usarla, como nos recuerda Pablo en su epístola a Timoteo, para ser generosos, dando abundante y libremente.

Pero Dios nos ha llamado principalmente a que erijamos primeramente la casa de Dios, y nos recibimos al edificio de ladrillo y argamasa, sino a la iglesia de Dios. Hay personas a nuestro alrededor que el Espíritu Santo tiene la intención de añadir a la casa de Dios si nosotros actuamos como sus instrumentos y canalizamos su obra y la importante pregunta con la que Hageo hace que nos enfrentemos es: ¿cómo es posible que encontremos el tiempo necesario para sacar adelante con tanto afán, tanto anhelo y con tanto cuidado, nuestros propios intereses, pasando tanto tiempo pensando acerca de cómo hacer que progrese nuestra propia ganancia material y luego nos excusemos con respecto a construir la casa de Dios diciendo "aún no es el momento apropiado?

¿Recuerda usted la historia de William Carry, el padre de las misiones modernas, que en la Inglaterra del siglo XVIII se interesó profundamente en la India, un país tan lejano, y oró para que Dios de algún modo alcanzase a esos pobres paganos, sumidos en la ignorancia, que no habían escuchado nunca el Evangelio de Jesucristo. Intentó despertar el interés en las iglesias de Inglaterra, pero en todas partes que fue se encontró con una persistente resistencia a su idea. En una reunión, Carry hizo un llamamiento apasionado para enviar a un misionero y aunque él no era más que un sencillo remendón de zapatos, sin estudios, estuvo dispuesto a ir. Uno de los ancianos que estaba en la reunión apuntó con el dedo a Carry y dijo: "joven, siéntese. Cuando Dios quiera evangelizar a los herejes lo hará sin su ayuda.

Esta era la clase de persistente resistencia con la que se enfrentó Carry, pero era un hombre que no estaba dispuesto a dejarse derrotar y fue usado por Dios para convertirse en el primero y gran fundador del actual movimiento misionero que sigue adelante con su labor, porque fue un hombre que se interesó en la obra de Dios. En nuestra vida habrá una profunda emoción cuando nos sintamos muy sinceramente interesado y pongamos primeramente las cosas relacionadas con Dios, sin preocuparnos por proveer nuestras propias necesidades. Por eso es por lo que Dios dice: "Esta es la hora aceptable, hoy es el día.

Así que leemos que empezaron esta obra (versículos 12-15):

"Zorobabel hijo de Salatiel, el sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y todo el remanente del pueblo escucharon la voz de Jehová su Dios y las palabras del profeta Hageo, como lo había enviado Jehová su Dios. Y el pueblo temió ante la presencia de Jehová. Entonces Hageo, mensajero de Jehová, habló al pueblo con el mensaje de Jehová diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová. Y Jehová despertó el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y ellos acudieron y emprendieron la obra de la casa de Jehová de los Ejércitos, su Dios en el día 24 del mes sexto del segundo año del rey Dario."

¿Cuánto tiempo duró el trabajo? Tres semanas y luego volvió a pararse en seco. Fíjese en el calendario (capítulo 2, versículos 1-3):

"En el 21 del mes séptimo [del segundo año de Dario, o sea veintiún días después] vino la palabra de JEHOVA por medio del profeta Hageo diciendo: "Habla, pues, a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y al resto del pueblo, diciendo: ¿Quién de los que han quedado entre vosotros vio este templo en su primera gloria? ¿Y cómo lo veis ahora? ¿No es éste como nada delante de vuestros ojos?"

Dios estaba sencillamente repitiendo lo que estaba diciendo la gente. Habían comenzado la construcción y el templo había empezado a erigirse y había un gran entusiasmo por el trabajo hasta que vino un anciano a contemplar el trabajo. Había sido un niño cuando fueron llevados cautivos a Babilonia y había visto el templo de Salomón en toda su gran gloria y, como lo hacen a veces los ancianos, vivía en el pasado, así que dijo: "¿A esto le llamáis un templo? ¿A este montón de ruinas? Yo he contemplado el templo de Salomón y lo que vosotros estáis construyendo aquí no tiene ni punto de comparación con el de Salomón. ¡En aquel templo había enormes cantidades de plata y oro, era realmente asombroso! Y vosotros no tenéis ni siquiera ni plata ni oro. No tenemos nada para hacer que este templo sea hermoso. ¿De qué sirve? ¿Para qué trabajar? Así que abandonaron el trabajo.

Pero el Señor dijo (versículo 4):

"Ahora pues, esfuérzate, oh Zorobabel, dice Jehová; esfuérzate también tú, oh Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote. Esfuércese todo el pueblo de la tierra, dice Jehová y actuad; porque yo estoy con vosotros, dice JEHOVA de los Ejércitos."

¿Sobre qué base, Señor?

"Trabajad porque yo estoy con vosotros."

Esa es siempre la respuesta de Dios. "Trabajad, porque yo estoy con vosotros. No os preocupéis por el hecho de que las cosas no tienen tan buen aspecto como deberían tenerlo. Los versículos 5 y 6 dicen:

"Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, mi Espíritu estará en medio de vosotros. No temáis, porque así ha dicho Jehová de los Ejércitos: dentro de poco yo estremeceré los cielos y la tierra, el mar y la parte seca. Estremeceré todas las naciones..."

Cuando Dios dice que estremecerá los cielos, a los pueblos y a la tierra, no está hablando literalmente, sino de manera figurativa. Lo que quiere decir es que va a reconstruir todo el escenario histórico (versículos 7 y 8):

"...y vendrán los tesoros deseados de las naciones. Y llenaré este templo de gloria, ha dicho Jehová de los Ejércitos. Mía es la plata y mío es el oro, dice JEHOVA de los Ejércitos."

"No tenéis necesidad de preocuparos de eso. Tengo todo cuanto necesitamos de eso y si quisiera que esta casa estuviese decorada con oro y con plata, lo amontonaría aquí en el escalón de atrás, pero no es esa la clase de gloria en la que pienso. Yo llenaré esta casa de modo que (versículo 9):

"La gloria de este último templo será mayor que la del primero, ha dicho JEHOVA de los Ejércitos. Y daré la paz en este lugar, dice JEHOVA de los Ejércitos."

Dios es así. El dice: "mira, te sientes desanimado porque creer que lo que estás haciendo no es gran cosa, pero no dejes de trabajar por ello porque yo tengo un plan diferente en mente. Esta casa, por pequeña que sea, aunque tenga un aspecto poco pretencioso, sin oro ni plata, poseerá realmente una gloria superior a la del anterior. Esas palabras se cumplieron. ¿Sabe usted cómo? Un día llegó a esa casa Uno que la encontró llena de cambistas y tirando las mesas, los echó y les dijo: "Habéis convertido mi casa [la casa de mi Padre] en cueva de ladrones. (Mat. 21:13) Y la limpió, convirtiéndola en un lugar de oración, llenándola con la gloria de su enseñanza, estando en medio de ella y diciendo cosas que las gentes nunca habían oído antes, cambiando totalmente la vida entera de la nación y de cada nación en el mundo por lo que dijo. Y desde esa casa, cambiada y un poco alterada por Herodes, pero siendo aún la misma casa, salió una gloria que nunca ha cesado, una gloria diferente.

No dejen su trabajo sencillamente porque no se puede comparar con algo que estuvo ahí en el pasado, que es uno de los problemas que tiene el pueblo de Dios. Estamos siempre fijando nuestros ojos en el pasado y diciendo: "Oh, ojalá fueran los días de D.L. Moody. Oh, quién pusiese hacer volver los días de la iglesia de la que procedemos. Oh, lo que hicimos entonces. Y sentimos melancolía, deseando que las cosas fuesen de ese modo, pero la gran lección que Dios quiere darnos es que Dios realiza siempre un trabajo nuevo y diferente. Lo que va a suceder en el futuro es siempre mejor que nuestra situación actual y que el pasado. No tenemos necesidad de aferrarnos a lo que está relacionado con la tradición y Dios nos está diciendo: "Seguid adelante con vuestro trabajo y cuando Yo estoy en medio de vosotros no tenéis que preocuparos sobre cómo van a salir las cosas. Puede que sean diferentes, pero siempre serán mejores.

Eso tuvo un efecto durante un tiempo, pero ¿y luego qué? Pues que dejaron de nuevo el trabajo. En los versículos 10 a 12 leemos:

"En el día 24 del mes noveno [es decir, dos meses después] del segundo año de Darío, vino la palabra de JEHOVA por medio del profeta Hageo, diciendo: Así ha dicho JEHOVA de los Ejércitos: Pregunta, pues, a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo: Si alguien lleva carne sagrada en el extremo de su vestidura y con el extremo de la misma toca pan, guiso, vino, aceite o cualquier cosa comida, ¿llegarán estas cosas a ser sagradas?"

Esto era conforme a la ley de Moisés. Si os encontráis en una situación, les dijo Moisés, en la que no sabéis lo que hacer, id a preguntar a los sacerdotes para que declaren el principio apropiado y a continuación aplicadlo y es lo mismo que se nos dice a nosotros que hagamos. Cuando se encuentre usted en una situación que no sabe cómo resolver, acuda a la palabra de Dios y busque el principio que se aplique a esa situación.

Y esa era la pregunta que debían hacer al sacerdote: "si tenéis algo limpio (santo) con vosotros y tocáis otra cosa, un poco de pan, vino o aceite, ¿se vuelve eso santo por el hecho de tener vosotros carne santa? ¿Se vuelve lo impuro santo? Y los sacerdotes respondieron correctamente diciendo que "no. Entonces hizo otra pregunta (versículo 13):

"Hageo dijo: --Si alguna persona impura a causa de contacto con un cadáver toca alguna de estas cosas ¿llegará esta a ser impura?"

Los sacerdotes respondieron "sí, será impura. ¿De qué trata todo esto? ¿Cuál es el problema que hallamos aquí? Al seguir adelante lo descubriremos (versículos 14 a 18):

"Y Hageo respondió: --,Lo mismo sucede delante de mí con este pueblo y con esta nación, dice JEHOVA, de manera que toda la obra de sus manos y todo lo que ofrecen aquí es impuro. Ahora, pues, reflexionad desde este día en adelante, antes de poner piedra sobre piedra en el templo de JEHOVA. ¿Qué os pasa? Venís a un montón de veinte medidas, y hay solo diez; y venís al lagar para sacar cincuenta medidas y solo hay veinte. Os he golpeado en toda la obra de vuestras manos con tizón, añublo y granizo, pero no os habéis vuelto a mí, dice JEHOVA. Reflexionad desde este día en adelante, desde el día 24 del mes noveno, el día en que son puestos los cimientos del templo de JEHOVA. Reflexionad."

¿Qué quiere decir? Si sabe usted leer entre líneas, podrá usted ver de nuevo lo que estaba diciendo el pueblo. Estaban diciendo: "Escuchad, llevamos dos meses trabajando en el templo. Dijisteis que el motivo por el que nos estaba costando tanto, desde el punto de vista material y físico, era que no estabamos trabajando en el templo. Pero llevamos dos meses trabajando en él, 21 días, y todavía nos estamos encontrando con problemas. ¿Qué es lo que está pasando? No está pasando nada. No funciona. Eran como somos nosotros, querían obtener resultados inmediatos. "Ayer lo arreglé todo, por lo que hoy debería ir todo de maravilla.

Una vez cuando vinieron a verme una pareja para pedirme consejo matrimonial, el hombre me dijo: "Sencillamente no podemos vivir juntos. Ella está siempre explotando y regañándome por todo. Examiné la situación y averigüé que me encontraba ante un hombre que nunca le prestaba atención a su mujer; la tenía totalmente descuidada y ella lo aguantaba durante un tiempo y luego explotaba. Así que se lo dije y me contestó "creo que tiene usted razón. De modo que regresó a su casa con la intención de hacer algo al respecto. A la mañana siguiente me telefoneó y me dijo: "anoche la llevé a cenar y lo pasamos muy bien. Ella disfrutó mucho y pensé que tenía usted razón, pero esta mañana volvió a explotar, así que no funciona.

Tuve que decirle lo que le dijo Hageo a aquellas gentes. ¿Creéis que la profunda contaminación del pecado que ha existido durante tantísimos años se va a resolver de la noche a la mañana al empezar a hacer las cosas bien? ¿Cree que la costumbre de pensar equivocadamente, que tienen profundamente arraigada en la mente, se va a eliminar de repente sencillamente porque empiecen ustedes a funcionar desde una base de justicia? No, necesitamos tiempo y paciencia. "No nos cansemos pues de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos. (Gál. 6:9)

Ahora preste atención a esta palabra de estímulo (versículo 19):

"¿Todavía hay semilla en el granero? [Cuando se planta la semilla no se espera un resultado inmediato ¿verdad? Lo que se espera es, valga la redundancia, tener que esperar a la cosecha y a la semilla le lleva tiempo desarrollarse.] Si bien ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo han producido todavía, desde este día os daré bendición."

No se preocupen, sigan adelante. No dejen de trabajar por el hecho de no ver los resultados inmediatos. Si están ustedes haciendo lo correcto, sigan haciéndolo y obtendrán los resultados.

Una vez más, en aquel mismo día, necesitaban un poco de estímulo, así que les fue enviado otro mensaje, el último (versículo 20-24):

"En el día 24 del mismo mes, vino por segunda vez la palabra de JEHOVA a Hageo diciendo: Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, diciendo: Yo estremeceré los cielos y la tierra. Trastornaré el trono de los reinos y destruiré la fuerza del reino de las naciones. Trastornaré al carro y a los que suben en él. Caerán los caballos y los que montan en ellos, cada cual por la espada de su hermano. En aquel día, dice JEHOVA de los Ejércitos, te tomaré a ti, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, y te pondré como anillo de sellar [la señal de autoridad]; porque yo te he escogido, dice JEHOVA de los Ejércitos."

He aquí una palabra especial de ánimo al dirigente, mientras que el pueblo se encontraba todavía bajo la autoridad de Babilonia, aunque estaban de regreso en la tierra y edificando una vez más el templo, pero aquejados por una serie de problemas y por todas partes que miraban se encontraban con la señal de la autoridad ejercida por un poder extranjero. Veían por todos lados los carros y los soldados marchando por las calles y todas las señales de la esclavitud, por lo que sus corazones se llenaron de temor y dijeron: "¿cuándo será? ¿Seremos libres alguna vez?

Pero Dios les dijo: "No os preocupéis. Tengo un plan que va a trastocar todo el orden de las cosas. Destruiré el poder de este reino, haré que sus carros queden inutilizados. Os liberaré de la esclavitud de este pueblo y voy a coger a Zorobabel, el hombre que dirige al pueblo y le haré un anillo de sellar. Zorobabel tenía sangre real, era de la línea de David, y estas palabras no se cumplieron literalmente en Zorobabel, sino que fueron dichas acerca de su descendiente que era Jesús de Nazaret. En Jesús, Dios cumplió todas estas palabras. Cogió al hijo de David y le hizo un anillo de sellar por medio del cual serán finalmente gobernadas todas las naciones.

¿De qué modo se aplica esta palabra a nosotros? Es una palabra de estímulo en un día de oscuridad, una palabra para que nos levantemos y actuemos ahora, para que empecemos a edificar y no esperemos. La palabra de Dios necesita realizarse ahora, no el año que viene ni dentro de diez años, tiene que ser ahora. ¿Están abiertos sus hogares? ¿Están dispuestas sus vidas? Tenemos ante nosotros un gran campo con su cosecha, aquí y por todo el mundo. Las oportunidades abundan como nunca en el pasado. ¿Es esto lo primero en sus oraciones? ¿Es lo más importante en sus intereses que está cosecha sea recogida? ¿Están sus hogares abiertos a los estudiantes que abarrotan las universidades a fin de que puedan venir a Cristo? ¿y para sus vecinos a fin de que puedan venir y encontrar un corazón amigable, una sonrisa sincera y un oído dispuesto a escuchar?

¿Hasta qué punto estamos dispuestos a edificar la casa del Señor? Esa es siempre la clave, ¿verdad? Es la obra del Espíritu. Cuando todo lo que ha llevado a cabo el hombre se desmorone a nuestro alrededor y se convierta en nada y las grandes civilizaciones y los profundos secretos de la naturaleza queden olvidados, lo que permanecerá será la obra del Señor, la casa de Dios que está edificando ahora. ¿Estamos nosotros invirtiendo en las cosas eternas? Esa es la palabra de Hageo.

Oración
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Padre nuestro, te pedimos que sepamos escuchar con oídos dispuestos a estas palabras y que las oigamos como si fuesen nuevas, aplicándolas a nuestros corazones como nos inspira a hacerlo el Espíritu de Dios en este momento. Lo pedimos en el nombre de Cristo, amen.
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Profeta Malaquías

Malaquías fue un profeta judío cuyas revelaciones constituyen el Libro de Malaquías, común al Antiguo Testamento de la Biblia cristiana y a la Tanaj hebrea.

Malaquías (מַלְאָכִי, Malʾaḫi, Mál'akhî) "mi mensajero", es el último de los 3 profetas del exilio, casi 100 años después de Ageo y Zacarías, en el 450 a. C. Es el autor del libro de Malaquías , último del Antiguo Testamento según el orden habitual de las Biblias.


Malaquías fue el último de los profetas del Antiguo Testamento. Él vivió la época posterior a la reedificación del templo y a la restauración de la adoración, pero vio al pueblo volviéndose de nuevo a su vieja vida de pecados. Además de reprenderlos por su condición espiritual, predijo también la venida del Mesías.

La fecha exacta de Malaquías no se sabe. Se acepta generalmente que vivió cerca de 100 años después de Hageo y Zacarías, y que participo en las reformas de Esdras y Nehemías. Un remanente había regresado del cautiverio en el 536 a.C. Bajo la dirección de Hageo y Zacarías habían reedificado el templo, 520-516 a.C. Luego 60 años después, 457 a.C., Esdras había venido de Babilonia a Jerusalén para ayudar en reorganizar y reconstruyo el muro. Así, en los días de Malaquías, los judíos habían estado de regreso de Babilonia cerca de 100 años; curados de su idolatría, mediante el cautiverio, pero dados a descuidar la casa de Dios. Los sacerdotes se habían vuelto indiferentes y degenerados. Los sacrificios eran inferiores, se descuidaban los diezmos. El divorcio era común. El pueblo había vuelto a su práctica antigua de matrimonios mixtos con sus vecinos idolatras.

BEI. Los Israelitas no habían querido obedecer a la palabra del Señor; por lo tanto, en el año 586 a.C. fueron llevados al cautiverio. La nación que alguna vez había sido la cabeza, ahora había llegado a ser la cola, tal y como Dios lo había anunciado por medio de Moisés, su profeta. Y tal como lo había anunciado por medio de su profeta Jeremías, el cautiverio de los israelitas duró 70 años.

En el año 538 a.C. el rey Ciro de Persia promulgo un decreto mediante el cual permitía que los israelitas volvieran a Jerusalén y reedificaran su templo. Todo sucedió tal como Dios lo había anunciado en la profecía de Isaías ciento setenta y cinco años antes que naciera Ciro. En el año 516 a.C. Zorobabel concluyo la reedificación del templo, conforme a la promesa de Dios. En el año 445 a.C. el rey persa Artajerjes permitió que Nehemías volviera a Jerusalén y reedificara sus muros, tal y como lo había profetizado Daniel.

Una y otra vez los israelitas pudieron comprobar que Dios siempre cumple sus promesas. En conformidad con lo dicho por Salomón en el libro de Proverbios, el corazón de los reyes esta en las manos de Dios, y Él puede dirigirlos por donde Él desee. ¿Por qué, entonces, pensó el remanente de Israel que, una vez que volvieran de su exilio de 70 años y se establecieran nuevamente en Israel, podrían vivir y adorar como mejor les pareciera? ¿Acaso de habían cansado de esperar el cumplimiento de las profecías que prometían que el Mesías reinaría sobre toda la tierra? ¿Los había abandonado Dios, como lo había hecho con los descendientes de Esaú? ¿Pensaron que Dios dejaría sin castigo a las naciones paganas que los habían atacado? ¿O llegaron a pensar que Dios no los amaba, y que tampoco cumpliría con las promesas de su pacto?

Cualquiera que fuera la razón, lo cierto era que, una vez mas, el remanente se mostraba indiferente en su relación con Dios. Por eso Dios volvió a hablar, esta vez por medio de Malaquías, cuyo nombre significa “mi mensajero”. Eso ocurrió hacia el año 433 a.C.
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