El profeta Jonás

miércoles, 20 de enero de 2010

El profeta Jonás, hijo de Amitay, nació en Gathherpher de Galilea (cerca del futuro Nazaret). Profetizó en la segunda mitad del siglo VIII a.C. en Nínive, la capital de Asiria. Se supone que fue un contemporáneo más joven y un alumno de Eliseo.

El sepulcro de Jonás se encuentra en una aldea de El-Meshad (El-Meshkhad, una aldea construida donde antes estaba el antiguo Gefajover).

Su libro no contiene las prédicas habituales dirigidas a los hebreos, pero nos cuenta la misión de Jonás en la Nínive pagana.

Al principio, él no quería ir a predicar a los extranjeros paganos adonde lo enviaba Dios y tomó por su cuenta un barco en Jope (Jaffa) que se dirigía a Tarsis (en España). El Señor, para hacer entrar en razón al profeta, mandó una terrible tormenta en el mar. El barco comenzó a hundirse y los marinos asustados, al enterarse que la causa de la tormenta era la desobediencia de Jonás, lo tiraron por la borda deseando aplacar la ira de Dios. Efectivamente la tormenta cesó y Jonás fue tragado por un enorme pez. (Este hecho, extraordinariamente raro, es sin embargo posible. Hay ballenas, llamadas en ingles "Fin-Buck," que alcanzan 88 pies de largo. En el estómago tienen de cuatro a seis compartimentos, en cada uno de los cuales cabrían varios hombres. Las ballenas tienen respiración aérea y en su cabeza tienen cámara de reserva de mucho aire (686 pies cúbicos). Se encontraron en los estómagos de las ballenas restos de animales y hasta hombres vivos. La ballena-tiburón, de 70 pies de largo, también puede contener a un hombre sin dañarlo físicamente). Jonás pasó tres días dentro de este pez y se arrepintió profundamente de su desobediencia y le rogó a Dios que lo perdonara. Entonces el Señor le ordenó al pez que soltara al profeta sobre la costa cerca de Beirut. Jonás, obediente esta vez, fue a Nínive con la prédica acusatoria y profetizando severos castigos sobre la ciudad. Los habitantes le creyeron al profeta e hicieron ayuno junto a sus animales domésticos y se arrepintieron sinceramente. Entonces el Señor se apiadó y le levantó el castigo a Nínive. Así se salvaron de la destrucción más de un cuarto de millón de habitantes. Con el tiempo Nínive se hizo la capital de un país poderoso y guerrero.

El libro de Jonás claramente demuestra el amor de Dios a todos los hombres independientemente de sus nacionalidades. Nuestro Señor Jesucristo les hacía recordar a los hebreos el milagro del profeta Jonás y les recriminaba que, a diferencia de los niniveos que se arrepintieron luego de la prédica de Jonás, ellos no querían hacerlo a pesar de tener entre ellos un Profeta más grande que Jonás. El milagro de la estadía de Jonás durante tres días y tres noches en el estómago de la ballena fue señalado por El Señor como modelo para "Su sepultura de tres días y la posterior Resurrección" (Mt. 12:39-41).

La oración del profeta Jonás en el estomago de la ballena que encontramos en el capítulo 2 su libro sirve de modelo para el irmos del sexto canto del servicio matutino. Esta oración comienza con las palabras: "Invoqué en mi angustia a Jehová, y Él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste" (Jon. 2:2-9)


Ninive
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Ninive era la capital de Asiria, antes que el asiento del imperio pasara a Babilonia.

Habiéndose manchado la ciudad de Nínive con muchas iniquidades, el Señor mandó a ella al profeta Jonás a predicar la penitencia. Pero el profeta, temiendo perder la vida, no obedeció, sino que fletó en Jope un buque y se fue para Tarso de Cilicia.

El Señor mandó un viento muy fuerte sobre el mar, que levantó una tempestad tan furiosa que la nave estaba a punto de zozobrar. los marineros estaban consternados y Jonás, entre tanto, dormía.

Poniéndose el mar cada vez más agitado, Jonás fue despertado. Se echaron suertes para conocer quien de los que iban a bordo podía ser causa de aquel mal y la suerte designó al profeta.

Jonás confesó entonces su culpa y dijo que la tempestad se aquietaría arrojándolo a él solo al agua. Así lo hicieron y el mar se calmó.

No obstante, el Señor salvó milagrosamente a su profeta. Un pez de tamaño monstruoso lo tragó, llevándolo vivo en su vientre tres días y tres noches sin lastimarlo, después de los cuales lo vomitó sobre la costa.

Jonás, entonces, sumiso a la voluntad de Dios, fue a Nínive y anduvo por las calles de la ciudad todo un día gritando: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida."

Nínive prestó oídos a las palabras del profeta. el rey descendió de su trono, se vistió pobremente en señal de penitencia, se cubrió de ceniza y ordenó a todos un ayuno riguroso. Viendo el Señor tanto arrepentimiento, depuso su ira y suspendió los castigos con que había amenazado a la ciudad.

Este hecho nos enseña la misericordia del Señor, que perdona cuando hay arrepentimiento. Jonás es figura de Jesús que quedó tres días en el sepulcro.



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