Hageo (profeta)

miércoles, 20 de enero de 2010

Hageo (Hebreo: חַגַּי, Ḥaggay or "Hag-i") era uno de los doce profetas menores y el autor del libro de Hageo. Su nombre significa fiesta, solemnidad.

Hageo, Zacarías y Malaquías fueron los tres profetas posteriores al Destierro de Babilonia. Ageo y Zacarías fueron coetáneos y Malaquías vivió un siglo después.

Se conoce muy poco de su vida personal. Quizás fuera uno de los cautivos llevados a Babilonia por Nabucodonosor II. Empezó su ministerio aproximadamente dieciséis años después del retorno de los judíos a Jerusalén. El trabajo de reconstruir el templo se había detenido por el desánimo de los exiliados y las intrigas de los samaritanos. Después de haber estado paradas las obras de reconstrucción del templo durante dieciocho años se reanudaron las obras después de los esfuerzos de Hageo y Zacarías.[2] Ellos exhortaron al pueblo, que despertó de su letargo, y les indujeron a aprovecharse del cambio de política hacia los judíos del gobierno persa bajo Darío el Grande.


El profeta Hageo recibe el llamado directo de Dios para despertar a su pueblo el cual se encontraba dormido y sumido en los afanes de este mundo y olvidando las cosas que perduran, las cosas eternas. Luego de muchos anos de haber estado cautivos vuelven a Babilonia, donde Dios los trae con el propósito de reconstruir su casa.

Este pequeño grupo llego con grandes aspiraciones de ver el templo otra vez reconstruido y con la gloria que antes lo caracterizaba pero en el transcurso fueron enfrentados con situaciones muy difíciles las cuales vinieron a jamaquear y cuestionar la validez de su deseo al reconstruir el templo, momentos que vinieron a traer desanimo hasta el punto de abandonar la obra luego de haberla comenzado. Comenzaron a enfocarse en sus propias necesidades, olvidando su propósito por el cual ellos regresaron a Jerusalén.

El Espíritu del Señor desciende sobre Hageo y lo mueve a animar al pueblo. De la manera que Hageo hace esto es mostrándoles un destello de lo que habían perdido, les trae a la memoria lo que fue el templo y lo que puede ser si vuelven a la reconstrucción del templo, que las bendiciones llegan y fluyen en la vida de los que ponen a Dios en primer lugar en sus vidas. Los anima a que terminen lo que comienzan, a que dediquen sus caminos a Dios el cual tendrá cuidado de todas sus necesidades, a no conformarse con experiencias y glorias pasadas, sino a concentrase en lo que esta por venir, entendiendo que la gloria venidera será mayor que la primera, a no construir en esta tierra tesoros, sino reconocer que nuestro verdadero tesoro esta en los cielos. Dios a través del Profeta Hageo trata directamente con el Pueblo de 3 maneras:

1. Cuestionamiento: V- 2, 4 El profeta enfrenta al pueblo con respecto al "Kairos” de Dios y el "Cronos” del Hombre (Tiempo) de la reconstrucción del templo Cuando el "Kairos” de Dios decía que si era el tiempo, el "Cronos” del hombre decía que no.

2. Confrontación: En V-5,7. Un llamado a la reflexión y meditación sobre sus caminos. La manera en que Dios contendió con ellos no fue mandándolos a cautividad otra vez, ni levanto un ejercito en contra de ellos, pero tomo la corrección en sus propias manos, porque sus misericordias son grandes y eternas.

3. Consecuencia: Sobrevino sobre ellos calamidad, sequía y maldición por haberse desviado del propósito de Dios.


ALGUNAS PALABRAS A LOSCARPINTEROS DESANIMADOS
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Al leer este libro se dará usted cuenta de que el tema de la profecía de Hageo es "daos prisa y construid la casa del Señor. Permítanme decirles que aunque su iglesia esté un poco abarrotada y no les quede más espacio, el edificio de la iglesia no es la casa de Dios. En los días de Hageo era una imagen o una sombra de la verdadera casa de Dios. Estas sombras (como aprendimos en el Nuevo Testamento) apuntan a la verdadera casa de Dios, que es el creyente, o de manera colectiva todos los creyentes, que forman la gran casa de Dios que es la iglesia, el lugar en el que habita Dios y eso es lo que le interesa edificar a Dios.

En la época de Hageo la casa del Señor era el templo, y posiblemente recuerden ustedes que tuvieron algunas dificultades para edificar el templo después de la cautividad en Babilonia. (Esta profecía debería leerse en relación con los libros históricos de Esdras y de Nehemías, que aparecen mucho antes en el Antiguo Testamento.) Como habían profetizado mucho de los profetas, la nación babilonia fue levantada y arrasó la tierra de Israel. Capturaron Jerusalén, le sacaron los ojos, y fue llevado como cautivo a Babilonia y allí, como había anunciado la profecía de Jeremías, el pueblo permaneció cautivo durante exactamente 70 años. Por cierto que esta es una de las profecías más asombrosas que se han cumplido ya, así que pueden ver ustedes de qué modo Dios habla por boca de los profetas, diciendo lo que ningún hombre podía decir por sí mismo.

Después de que se hubieron cumplido los 70 años Daniel, que profetizó en Babilonia, nos dice que Dios comenzó a moverse para traer de nuevo a su pueblo a su tierra. Vinieron primeramente bajo el reinado de Zorobabel, al que se menciona en los primeros versículos de la profecía de Hageo. Zorobabel, que descendía de reyes, fue el capitán del remanente que volvió de Babilonia. Cuando llegaron a Jerusalén, se encontraron la ciudad en ruinas, las murallas derruidas y el templo completamente destruido.

Lo primero que hicieron fue comenzar a trabajar en el templo. Aunque se encontraban todavía bajo el dominio y el gobierno de los babilonios, tenían permiso del rey de Babilonia para empezar a trabajar en la edificación del templo. De modo que comenzaron a edificarlo y lograron poner los fundamentos y posiblemente una tira entera de sillares, construyendo un templo mucho más pequeño que el que construyó originalmente Salomón. Entonces el trabajo comenzó a demorarse y después de un tiempo cesó por completo y durante 15 años no hicieron nada en el templo. Es precisamente al llegar a este punto cuando apareció en escena Hageo y comenzó a hablar.

Hageo transmite cuatro mensajes a este pueblo, todos ellos en espacio de un año y medio y todos ellos relacionados con la construcción del templo, pero el mensaje más profundo, como ya he sugerido, se aplica a nosotros, que somos el templo o la gran casa de Dios, que él ha estado construyendo durante veinte siglos ya. De modo que leeremos esta profecía no solo como un mensaje para el pueblo de Dios por todas partes, respecto a la responsabilidad que tienen en cuanto a la construcción de la gran casa de Dios, sino el templo que el Espíritu Santo ha estado edificando en los corazones humanos.

En esta profecía hay cuatro mensajes con fecha de calendario. Cada uno de ellos revela la excusa que dio el pueblo por no trabajar en el templo, hablando tanto sobre la excusa como acerca del motivo tras dicha excusa. El primer mensaje incluye todo el capítulo 1. Leemos (en los versículos 1 y 2):

"En el primer día del mes sexto del segundo año del rey Darío, vino por medio del profeta Hageo la palabra de Jehová para Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y para Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo: Así ha dicho Jehová de los Ejércitos: Este pueblo dice que aún no ha llegado el tiempo en que sea reedificada la casa de Jehová."

La profecía fue dirigida al gobernador civil y a los dirigentes religiosos, Josué y Zorobabel, y en este versículo el profeta revela la excusa que dio el pueblo por dejar el templo abandonado durante 15 años. Estaban diciendo: "Es que no ha llegado el tiempo todavía. Se ha cometido una equivocación al calcular los 70 años que profetizó Jeremías. No sirve de nada hacer algo ahora porque Dios todavía no está listo. Pero lean ustedes la respuesta que Dios les da a su excusa (versículos 3-5):


"Vino, pues, la palabra de JEHOVA por medio del profeta Hageo, diciendo: ¿Acaso es tiempo de que vosotros habitéis en vuestras casas enmaderadas mientras que esta casa está en ruinas? Así ha dicho JEHOVA de los Ejércitos: Reflexionad acerca de vuestros caminos."

En otras palabras, Dios dice: "¿Acaso el problema consiste en que creéis que aún no ha llegado el momento de que yo obre? Pues es sorprendente que penséis que es hora de que os ayude a construir vuestra casa y ¿qué pasa con la mía? Y sugiere de manera un tanto irónica que el verdadero motivo por el que han demorado la obra de Dios es porque están totalmente sumidos en sus propios asuntos, por lo que han dejado las cosas de Dios en un segundo lugar colocando primero sus propias necesidades.

Había algo de lo que se habían olvidado. El mero hecho de que se encontraran en la tierra demostraba que había llegado la hora de Dios. No hubieran estado de regreso allí si no se hubiesen cumplido los 70 años. Por lo tanto, el verdadero motivo era que no estaban dispuestos a colocar a Dios en primer lugar. Sus propias comodidades, su conveniencia y sus deseos venían primero.

Pero Dios dice que quiere que vean cuáles son los resultados, diciendo en tres ocasiones: "Reflexionad...reflexionad...reflexionad. Fíjense en lo que dice en los versículos 5 y 6:

"Reflexionad acerca de vuestros caminos. Habéis sembrado mucho, pero habéis recogido poco; coméis, pero no os saciáis; bebéis, pero no quedáis satisfechos; os vestís, pero no os abrigáis, y el jornalero recibe su jornal en bolsa rota."

¡También en aquellos tiempos existía la inflación! Está diciendo que toda la labor y el trabajo que habían realizado no había servido para conseguir lo que esperaban. "Estáis intentando volveros prósperos dice Dios, "pero os elude la prosperidad. Estáis intentando satisfaceros a vosotros mismos, pero no os sentís nunca realizados y siempre hay algo que os falta. Los versículos 7 a 11 dicen:

"Así ha dicho JEHOVA de los Ejércitos: Reflexionad acerca de vuestros caminos. Subid al monte, traed madera y reedificad el templo. Yo tendré satisfacción en ello y seré honrado ha dicho JEHOVA."

¿Por qué?

"Pero vosotros buscáis mucho y halláis poco; y lo que lleváis a casa, de un soplo yo lo hago desaparecer. ¿Por qué? dice JEHOVA de los ejércitos. Porque mi casa está en ruinas, mientras que cada uno de vosotros se ocupa de su propia casa. Por eso, por causa vuestra, los cielos retuvieron la lluvia y la tierra retuvo su fruto. Además, llamé la sequía sobre la tierra y sobre los montes; sobre el trigo, sobre el vino nuevo, sobre el aceite y sobre todo lo que la tierra produce; sobre los hombres, sobre el ganado y sobre todo trabajo de las manos."

Dios dice: "Yo estoy tras esto. ¿Por qué hizo esto? ¿Por qué puso trabas a todos sus esfuerzos por conseguir la prosperidad? ¿Era porque estaba intentando castigarles? No, Dios no castiga nunca en ese sentido. Lo que estaba intentando era despertarles. Estaba intentando mostrarles que había una norma infalible que aparece por todas las Escrituras y durante toda la vida y que los hombres están siempre intentando invertir, que dice: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mat. 6:33) La manera de conseguir lo que necesitamos, en términos de alimento material, de cobijo y de suplir nuestras necesidades en la vida no es darle mayor importancia y prioridad a estas cosas, sino a avanzar la obra de Dios. Para eso estamos aquí. Tenemos un Padre en el cielo que sabe perfectamente las cosas que necesitamos en este sentido y es perfectamente capaz de suplir estas necesidades y lo hará al interesarnos nosotros primeramente en todo lo relacionado con su obra.

Eso es algo perfectamente actual ¿no es cierto? Eso es llamarnos a que regresemos y pongamos por práctica este gran principio y el Nuevo Testamento nos recuerda que no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que hemos sido comprados por precio y le pertenecemos a él. (Iª de Cor. 6:19, 20) Estamos aquí para avanzar su causa y sus intereses. Estamos aquí para edificar la casa de Dios. Por eso es por lo que Dios nos ha dejado aquí en este mundo, para que podamos ser su instrumento en la obra de erigir el gran templo de los seres humanos que será y es la habitación de Dios, el lugar donde él reside.

¿Es ese el primer de nuestros intereses? ¿Es para eso para lo que vivimos? ¿O es para obtener una nueva televisión en colores o un automóvil mejor o una casa más hermosa o mejores cortinajes o una alfombra más mullida? No que esas cosas les sean negadas a los cristianos. Entendamos que Dios, en su gracia y bondad, en ocasiones concede riqueza a los cristianos y ellos deben de usarla, como nos recuerda Pablo en su epístola a Timoteo, para ser generosos, dando abundante y libremente.

Pero Dios nos ha llamado principalmente a que erijamos primeramente la casa de Dios, y nos recibimos al edificio de ladrillo y argamasa, sino a la iglesia de Dios. Hay personas a nuestro alrededor que el Espíritu Santo tiene la intención de añadir a la casa de Dios si nosotros actuamos como sus instrumentos y canalizamos su obra y la importante pregunta con la que Hageo hace que nos enfrentemos es: ¿cómo es posible que encontremos el tiempo necesario para sacar adelante con tanto afán, tanto anhelo y con tanto cuidado, nuestros propios intereses, pasando tanto tiempo pensando acerca de cómo hacer que progrese nuestra propia ganancia material y luego nos excusemos con respecto a construir la casa de Dios diciendo "aún no es el momento apropiado?

¿Recuerda usted la historia de William Carry, el padre de las misiones modernas, que en la Inglaterra del siglo XVIII se interesó profundamente en la India, un país tan lejano, y oró para que Dios de algún modo alcanzase a esos pobres paganos, sumidos en la ignorancia, que no habían escuchado nunca el Evangelio de Jesucristo. Intentó despertar el interés en las iglesias de Inglaterra, pero en todas partes que fue se encontró con una persistente resistencia a su idea. En una reunión, Carry hizo un llamamiento apasionado para enviar a un misionero y aunque él no era más que un sencillo remendón de zapatos, sin estudios, estuvo dispuesto a ir. Uno de los ancianos que estaba en la reunión apuntó con el dedo a Carry y dijo: "joven, siéntese. Cuando Dios quiera evangelizar a los herejes lo hará sin su ayuda.

Esta era la clase de persistente resistencia con la que se enfrentó Carry, pero era un hombre que no estaba dispuesto a dejarse derrotar y fue usado por Dios para convertirse en el primero y gran fundador del actual movimiento misionero que sigue adelante con su labor, porque fue un hombre que se interesó en la obra de Dios. En nuestra vida habrá una profunda emoción cuando nos sintamos muy sinceramente interesado y pongamos primeramente las cosas relacionadas con Dios, sin preocuparnos por proveer nuestras propias necesidades. Por eso es por lo que Dios dice: "Esta es la hora aceptable, hoy es el día.

Así que leemos que empezaron esta obra (versículos 12-15):

"Zorobabel hijo de Salatiel, el sumo sacerdote Josué hijo de Josadac, y todo el remanente del pueblo escucharon la voz de Jehová su Dios y las palabras del profeta Hageo, como lo había enviado Jehová su Dios. Y el pueblo temió ante la presencia de Jehová. Entonces Hageo, mensajero de Jehová, habló al pueblo con el mensaje de Jehová diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová. Y Jehová despertó el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y ellos acudieron y emprendieron la obra de la casa de Jehová de los Ejércitos, su Dios en el día 24 del mes sexto del segundo año del rey Dario."

¿Cuánto tiempo duró el trabajo? Tres semanas y luego volvió a pararse en seco. Fíjese en el calendario (capítulo 2, versículos 1-3):

"En el 21 del mes séptimo [del segundo año de Dario, o sea veintiún días después] vino la palabra de JEHOVA por medio del profeta Hageo diciendo: "Habla, pues, a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y al resto del pueblo, diciendo: ¿Quién de los que han quedado entre vosotros vio este templo en su primera gloria? ¿Y cómo lo veis ahora? ¿No es éste como nada delante de vuestros ojos?"

Dios estaba sencillamente repitiendo lo que estaba diciendo la gente. Habían comenzado la construcción y el templo había empezado a erigirse y había un gran entusiasmo por el trabajo hasta que vino un anciano a contemplar el trabajo. Había sido un niño cuando fueron llevados cautivos a Babilonia y había visto el templo de Salomón en toda su gran gloria y, como lo hacen a veces los ancianos, vivía en el pasado, así que dijo: "¿A esto le llamáis un templo? ¿A este montón de ruinas? Yo he contemplado el templo de Salomón y lo que vosotros estáis construyendo aquí no tiene ni punto de comparación con el de Salomón. ¡En aquel templo había enormes cantidades de plata y oro, era realmente asombroso! Y vosotros no tenéis ni siquiera ni plata ni oro. No tenemos nada para hacer que este templo sea hermoso. ¿De qué sirve? ¿Para qué trabajar? Así que abandonaron el trabajo.

Pero el Señor dijo (versículo 4):

"Ahora pues, esfuérzate, oh Zorobabel, dice Jehová; esfuérzate también tú, oh Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote. Esfuércese todo el pueblo de la tierra, dice Jehová y actuad; porque yo estoy con vosotros, dice JEHOVA de los Ejércitos."

¿Sobre qué base, Señor?

"Trabajad porque yo estoy con vosotros."

Esa es siempre la respuesta de Dios. "Trabajad, porque yo estoy con vosotros. No os preocupéis por el hecho de que las cosas no tienen tan buen aspecto como deberían tenerlo. Los versículos 5 y 6 dicen:

"Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, mi Espíritu estará en medio de vosotros. No temáis, porque así ha dicho Jehová de los Ejércitos: dentro de poco yo estremeceré los cielos y la tierra, el mar y la parte seca. Estremeceré todas las naciones..."

Cuando Dios dice que estremecerá los cielos, a los pueblos y a la tierra, no está hablando literalmente, sino de manera figurativa. Lo que quiere decir es que va a reconstruir todo el escenario histórico (versículos 7 y 8):

"...y vendrán los tesoros deseados de las naciones. Y llenaré este templo de gloria, ha dicho Jehová de los Ejércitos. Mía es la plata y mío es el oro, dice JEHOVA de los Ejércitos."

"No tenéis necesidad de preocuparos de eso. Tengo todo cuanto necesitamos de eso y si quisiera que esta casa estuviese decorada con oro y con plata, lo amontonaría aquí en el escalón de atrás, pero no es esa la clase de gloria en la que pienso. Yo llenaré esta casa de modo que (versículo 9):

"La gloria de este último templo será mayor que la del primero, ha dicho JEHOVA de los Ejércitos. Y daré la paz en este lugar, dice JEHOVA de los Ejércitos."

Dios es así. El dice: "mira, te sientes desanimado porque creer que lo que estás haciendo no es gran cosa, pero no dejes de trabajar por ello porque yo tengo un plan diferente en mente. Esta casa, por pequeña que sea, aunque tenga un aspecto poco pretencioso, sin oro ni plata, poseerá realmente una gloria superior a la del anterior. Esas palabras se cumplieron. ¿Sabe usted cómo? Un día llegó a esa casa Uno que la encontró llena de cambistas y tirando las mesas, los echó y les dijo: "Habéis convertido mi casa [la casa de mi Padre] en cueva de ladrones. (Mat. 21:13) Y la limpió, convirtiéndola en un lugar de oración, llenándola con la gloria de su enseñanza, estando en medio de ella y diciendo cosas que las gentes nunca habían oído antes, cambiando totalmente la vida entera de la nación y de cada nación en el mundo por lo que dijo. Y desde esa casa, cambiada y un poco alterada por Herodes, pero siendo aún la misma casa, salió una gloria que nunca ha cesado, una gloria diferente.

No dejen su trabajo sencillamente porque no se puede comparar con algo que estuvo ahí en el pasado, que es uno de los problemas que tiene el pueblo de Dios. Estamos siempre fijando nuestros ojos en el pasado y diciendo: "Oh, ojalá fueran los días de D.L. Moody. Oh, quién pusiese hacer volver los días de la iglesia de la que procedemos. Oh, lo que hicimos entonces. Y sentimos melancolía, deseando que las cosas fuesen de ese modo, pero la gran lección que Dios quiere darnos es que Dios realiza siempre un trabajo nuevo y diferente. Lo que va a suceder en el futuro es siempre mejor que nuestra situación actual y que el pasado. No tenemos necesidad de aferrarnos a lo que está relacionado con la tradición y Dios nos está diciendo: "Seguid adelante con vuestro trabajo y cuando Yo estoy en medio de vosotros no tenéis que preocuparos sobre cómo van a salir las cosas. Puede que sean diferentes, pero siempre serán mejores.

Eso tuvo un efecto durante un tiempo, pero ¿y luego qué? Pues que dejaron de nuevo el trabajo. En los versículos 10 a 12 leemos:

"En el día 24 del mes noveno [es decir, dos meses después] del segundo año de Darío, vino la palabra de JEHOVA por medio del profeta Hageo, diciendo: Así ha dicho JEHOVA de los Ejércitos: Pregunta, pues, a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo: Si alguien lleva carne sagrada en el extremo de su vestidura y con el extremo de la misma toca pan, guiso, vino, aceite o cualquier cosa comida, ¿llegarán estas cosas a ser sagradas?"

Esto era conforme a la ley de Moisés. Si os encontráis en una situación, les dijo Moisés, en la que no sabéis lo que hacer, id a preguntar a los sacerdotes para que declaren el principio apropiado y a continuación aplicadlo y es lo mismo que se nos dice a nosotros que hagamos. Cuando se encuentre usted en una situación que no sabe cómo resolver, acuda a la palabra de Dios y busque el principio que se aplique a esa situación.

Y esa era la pregunta que debían hacer al sacerdote: "si tenéis algo limpio (santo) con vosotros y tocáis otra cosa, un poco de pan, vino o aceite, ¿se vuelve eso santo por el hecho de tener vosotros carne santa? ¿Se vuelve lo impuro santo? Y los sacerdotes respondieron correctamente diciendo que "no. Entonces hizo otra pregunta (versículo 13):

"Hageo dijo: --Si alguna persona impura a causa de contacto con un cadáver toca alguna de estas cosas ¿llegará esta a ser impura?"

Los sacerdotes respondieron "sí, será impura. ¿De qué trata todo esto? ¿Cuál es el problema que hallamos aquí? Al seguir adelante lo descubriremos (versículos 14 a 18):

"Y Hageo respondió: --,Lo mismo sucede delante de mí con este pueblo y con esta nación, dice JEHOVA, de manera que toda la obra de sus manos y todo lo que ofrecen aquí es impuro. Ahora, pues, reflexionad desde este día en adelante, antes de poner piedra sobre piedra en el templo de JEHOVA. ¿Qué os pasa? Venís a un montón de veinte medidas, y hay solo diez; y venís al lagar para sacar cincuenta medidas y solo hay veinte. Os he golpeado en toda la obra de vuestras manos con tizón, añublo y granizo, pero no os habéis vuelto a mí, dice JEHOVA. Reflexionad desde este día en adelante, desde el día 24 del mes noveno, el día en que son puestos los cimientos del templo de JEHOVA. Reflexionad."

¿Qué quiere decir? Si sabe usted leer entre líneas, podrá usted ver de nuevo lo que estaba diciendo el pueblo. Estaban diciendo: "Escuchad, llevamos dos meses trabajando en el templo. Dijisteis que el motivo por el que nos estaba costando tanto, desde el punto de vista material y físico, era que no estabamos trabajando en el templo. Pero llevamos dos meses trabajando en él, 21 días, y todavía nos estamos encontrando con problemas. ¿Qué es lo que está pasando? No está pasando nada. No funciona. Eran como somos nosotros, querían obtener resultados inmediatos. "Ayer lo arreglé todo, por lo que hoy debería ir todo de maravilla.

Una vez cuando vinieron a verme una pareja para pedirme consejo matrimonial, el hombre me dijo: "Sencillamente no podemos vivir juntos. Ella está siempre explotando y regañándome por todo. Examiné la situación y averigüé que me encontraba ante un hombre que nunca le prestaba atención a su mujer; la tenía totalmente descuidada y ella lo aguantaba durante un tiempo y luego explotaba. Así que se lo dije y me contestó "creo que tiene usted razón. De modo que regresó a su casa con la intención de hacer algo al respecto. A la mañana siguiente me telefoneó y me dijo: "anoche la llevé a cenar y lo pasamos muy bien. Ella disfrutó mucho y pensé que tenía usted razón, pero esta mañana volvió a explotar, así que no funciona.

Tuve que decirle lo que le dijo Hageo a aquellas gentes. ¿Creéis que la profunda contaminación del pecado que ha existido durante tantísimos años se va a resolver de la noche a la mañana al empezar a hacer las cosas bien? ¿Cree que la costumbre de pensar equivocadamente, que tienen profundamente arraigada en la mente, se va a eliminar de repente sencillamente porque empiecen ustedes a funcionar desde una base de justicia? No, necesitamos tiempo y paciencia. "No nos cansemos pues de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos. (Gál. 6:9)

Ahora preste atención a esta palabra de estímulo (versículo 19):

"¿Todavía hay semilla en el granero? [Cuando se planta la semilla no se espera un resultado inmediato ¿verdad? Lo que se espera es, valga la redundancia, tener que esperar a la cosecha y a la semilla le lleva tiempo desarrollarse.] Si bien ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo han producido todavía, desde este día os daré bendición."

No se preocupen, sigan adelante. No dejen de trabajar por el hecho de no ver los resultados inmediatos. Si están ustedes haciendo lo correcto, sigan haciéndolo y obtendrán los resultados.

Una vez más, en aquel mismo día, necesitaban un poco de estímulo, así que les fue enviado otro mensaje, el último (versículo 20-24):

"En el día 24 del mismo mes, vino por segunda vez la palabra de JEHOVA a Hageo diciendo: Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, diciendo: Yo estremeceré los cielos y la tierra. Trastornaré el trono de los reinos y destruiré la fuerza del reino de las naciones. Trastornaré al carro y a los que suben en él. Caerán los caballos y los que montan en ellos, cada cual por la espada de su hermano. En aquel día, dice JEHOVA de los Ejércitos, te tomaré a ti, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, y te pondré como anillo de sellar [la señal de autoridad]; porque yo te he escogido, dice JEHOVA de los Ejércitos."

He aquí una palabra especial de ánimo al dirigente, mientras que el pueblo se encontraba todavía bajo la autoridad de Babilonia, aunque estaban de regreso en la tierra y edificando una vez más el templo, pero aquejados por una serie de problemas y por todas partes que miraban se encontraban con la señal de la autoridad ejercida por un poder extranjero. Veían por todos lados los carros y los soldados marchando por las calles y todas las señales de la esclavitud, por lo que sus corazones se llenaron de temor y dijeron: "¿cuándo será? ¿Seremos libres alguna vez?

Pero Dios les dijo: "No os preocupéis. Tengo un plan que va a trastocar todo el orden de las cosas. Destruiré el poder de este reino, haré que sus carros queden inutilizados. Os liberaré de la esclavitud de este pueblo y voy a coger a Zorobabel, el hombre que dirige al pueblo y le haré un anillo de sellar. Zorobabel tenía sangre real, era de la línea de David, y estas palabras no se cumplieron literalmente en Zorobabel, sino que fueron dichas acerca de su descendiente que era Jesús de Nazaret. En Jesús, Dios cumplió todas estas palabras. Cogió al hijo de David y le hizo un anillo de sellar por medio del cual serán finalmente gobernadas todas las naciones.

¿De qué modo se aplica esta palabra a nosotros? Es una palabra de estímulo en un día de oscuridad, una palabra para que nos levantemos y actuemos ahora, para que empecemos a edificar y no esperemos. La palabra de Dios necesita realizarse ahora, no el año que viene ni dentro de diez años, tiene que ser ahora. ¿Están abiertos sus hogares? ¿Están dispuestas sus vidas? Tenemos ante nosotros un gran campo con su cosecha, aquí y por todo el mundo. Las oportunidades abundan como nunca en el pasado. ¿Es esto lo primero en sus oraciones? ¿Es lo más importante en sus intereses que está cosecha sea recogida? ¿Están sus hogares abiertos a los estudiantes que abarrotan las universidades a fin de que puedan venir a Cristo? ¿y para sus vecinos a fin de que puedan venir y encontrar un corazón amigable, una sonrisa sincera y un oído dispuesto a escuchar?

¿Hasta qué punto estamos dispuestos a edificar la casa del Señor? Esa es siempre la clave, ¿verdad? Es la obra del Espíritu. Cuando todo lo que ha llevado a cabo el hombre se desmorone a nuestro alrededor y se convierta en nada y las grandes civilizaciones y los profundos secretos de la naturaleza queden olvidados, lo que permanecerá será la obra del Señor, la casa de Dios que está edificando ahora. ¿Estamos nosotros invirtiendo en las cosas eternas? Esa es la palabra de Hageo.

Oración
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Padre nuestro, te pedimos que sepamos escuchar con oídos dispuestos a estas palabras y que las oigamos como si fuesen nuevas, aplicándolas a nuestros corazones como nos inspira a hacerlo el Espíritu de Dios en este momento. Lo pedimos en el nombre de Cristo, amen.

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